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Vecinos mano a mano contra el fuego mientras se agrava la situación de los incendios forestales en Córdoba

«¡Agua, agua! Dale, dale. Con todo muchachos. Es ahora, es ahora», arengan entre los vecinos mientras la llamarada de fuego comienza a tomar altura. Esta escena es en Capilla del Monte, una de las ciudades afectadas por los incendios en Córdoba. Son hombres y mujeres, albañiles, estudiantes, amas de casa, profesionales, que se juntaron con un único objetivo: frenar el avance de los focos hacia el pueblo.

El último parte del Gobierno de Córdoba sobre los incendios forestales indicaba que este lunes continuaban activos cuatro focos en San Marcos Sierras, Villa Berna, Chancaní y Ascochinga. Y resaltaban que las condiciones climáticas eran adversas para el combate de las llamas con un «riesgo de incendios extremo». Hasta el momento se quemaron más de 16 mil hectáreas.

«Somos todos trabajadores. Yo por ejemplo trabajo en la construcción. Me vine con lo que tengo y con mis ganas de venir a ayudar para que no llegue a nuestras casas«, dice Eduardo Quinteros, de 64 años, que con su machete intenta separar las cenizas que deja el humo. Mientras tose sin parar, tiene un momento para explicar que cada vez que apagan un foco de fuego no se pueden relajar. El viento puede ser traicionero y en cualquier momento provocar un pequeño incendio que en poco tiempo se vuelve incontrolable.

El ingreso al campo de «Aguas Azules B» está repleto de botellas y bidones de agua. Personas a pie, en moto y autos, hasta donde el fuego y el humo permite, intentan subir para poder controlar los focos. Acá no hay mangueras ni aviones hidrantes, son personas comunes que con lo que tienen salen a combatir el fuego.

Algunos llevan barbijos, otros se diseñan sus propias «monjas» que cubren el cabello, la boca y la nariz. También hacen «checotes» que se usan para poder «aplastar» el fuego; es un palo que lleva atado un retazo de tela.

Una mujer usa un checote para aplastar el fuego que surge de la tierra calienta. Foto Marcelo Carroll / Enviado especialUna mujer usa un checote para aplastar el fuego que surge de la tierra calienta. Foto Marcelo Carroll / Enviado especial«Viene bravo arriba y muy caliente. Éramos cuatro allá y en un momento me quedé ciego, se encendió algo atrás mío, no me di cuenta y un chico que no conocía me gritó y pude salir a tiempo. Estábamos apagando el fuego y de la nada nació fuego arriba de los árboles, vino el humo hacia nosotros. Ahí ya no veía más y se me cayó un árbol al costado mío, pero pude salir», cuenta Kevin Gómez (24) que hace pocos minutos salía del monte.

«Somos el pueblo contra el fuego, nada más», dice una mujer mientras sostiene un bidón en cada mano y sube a paso rápido para llegar al foco de fuego.

«No se puede creer lo que nos pasa y lo solos que nos dejan. ¿Cómo puede ser que todavía nadie nos ayude? Los bomberos voluntarios llegan hasta donde pueden y solo somos nosotros, las personas comunes las que estamos acá combatiendo todo esto. Es tan triste ver como arranzan con todo», señaló Guillermo, ferretero de la zona que desde las 15 no para de subir bidones y botellas de un litro para poder calmar la furia de las llamas.

El viento enseguida revive brasas que quedan encendidas una vez extintas las llamas. Foto Marcelo Carroll / Enviado especialEl viento enseguida revive brasas que quedan encendidas una vez extintas las llamas. Foto Marcelo Carroll / Enviado especialDesde el Gobierno nacional, en cambio, señalaron a través de un posteo en X que «en un trabajo coordinado entre la Vicejefatura de Gabinete del Interior y la Secretaría de Turismo, Ambiente y Deporte» enviaron «recursos del Servicio Nacional de Manejo del Fuego para combatir los focos de incendio que azotan a la provincia de Córdoba».

En el posteo detallaron: se envió un avión hidrante AT 802 a Capilla del Monte. En cuanto a la zona de Chancaní-Salsacate, un avión hidrante, un camión comando con personal, 32 brigadistas de Brigada Nacional Sur, vehículos y equipamiento. Y en el caso de Villa Berna, dos helicópteros, un avión hidrante AT 802, un camión comando con personal y 16 brigadistas de Brigada Nacional NEA.

La gente se organizó para alcanzar agua y otros insumos a los bomberos en Capilla del Monte. Foto Marcelo Carroll / Enviado especialLa gente se organizó para alcanzar agua y otros insumos a los bomberos en Capilla del Monte. Foto Marcelo Carroll / Enviado especialCerca de las 19, la noche comienza a llegar y, lejos de oscurecer, el fuego comienza a iluminar a lo lejos. Los autos, las motos y las personas no regresan, persisten con sus «armas».

«Estuvimos parando un montón de frentes, pero por la rotación del viento el fuego se reaviva», dice Camilo que vuelve a su casa después de tantas horas arriba. La conversación se interrumpe por la llegada de más personas.

Los vecinos se sumaron a los brigadistas en Capilla del Monte. Foto Marcelo Carroll / Enviado especial Los vecinos se sumaron a los brigadistas en Capilla del Monte. Foto Marcelo Carroll / Enviado especial —Camilo, ¿qué onda acá? — dice un joven que recién llegaba a la zona de la catástrofe.

—Están allá, recién bajo. Está muy fea la zona. Igual por suerte los muchachos siguen llegando con linternas y agua.

Los voluntarios continúan organizándose, aunque la situación es cambiante y el peligro también es inminente. Cada uno aporta lo que puede, con la esperanza de contener el fuego que amenaza con devorar todo a su paso.

Combate sin pausa en San Marcos Sierras

«Por favor, avisen que arrancó otro foco cerca del pueblo», escribían los vecinos de San Marcos Sierras alrededor de las 3 de la madrugada de este lunes en el grupo de WhatsApp vecinal. Desde hace días, los habitantes de este pueblo no tienen descanso.

Al llegar por la ruta 38, una película de humo comienza a envolver el camino hacia la entrada de San Marcos Sierras, un lugar pintoresco, lleno de artesanos y personas que viven del «turismo pasajero», pero que hoy está completamente apagado.

En San Marcos Sierras los bomberos trabajan sin pausa. Foto Marcelo Carroll / Enviado especial En San Marcos Sierras los bomberos trabajan sin pausa. Foto Marcelo Carroll / Enviado especial «Esto nunca fue tan grande, necesitamos que hagan algo», suplica una mujer, que lleva incontables botellas de plástico en cada mano mientras habla con Clarín y acelera sus pasos para llegar al lugar donde los vecinos comienzan a organizarse para hacerle frente al fuego.

«Si los bomberos bajan, no tienen agua para beber, y nosotros nos quedamos para dar una mano. Nos organizamos a través de las redes sociales. Cada día se reactiva un nuevo foco. Entonces, lo que hacemos es acumular botellas, las llenamos de agua potable para que los que están en los cerros apagando el fuego no tengan que bajar al pueblo a buscar agua», cuenta Agustina Luna (32).

Mientras tanto, en el cuartel de Bomberos Voluntarios de San Marcos Sierras, los brigadistas se organizan. «Sólo tenemos dos focos activos en la zona, pero sin peligro para las viviendas. Tenemos un área operativa y, dependiendo de la necesidad, nos vamos rotando. Los vecinos nos están ayudando mucho, la verdad», explicó a Clarín el jefe del cuartel, Carlos Guevara.

En la base de los bomberos de San Marcos Sierras monitorean la situación de los incendios. Foto Marcelo Carroll / Enviado especialEn la base de los bomberos de San Marcos Sierras monitorean la situación de los incendios. Foto Marcelo Carroll / Enviado especialPese a los esfuerzos de los vecinos y los bomberos, la situación sigue siendo incierta. Si bien el clima es un poco fresco, los vientos dificultan el control de los incendios, que reavivan constantemente nuevos focos.

Mientras tanto, el pueblo de San Marcos Sierras espera, con incertidumbre y esperanza, que lleguen más recursos para combatir las llamas y devolver la calma a sus tierras.

Capilla del Monte, Córdoba. Enviada especial

MG

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