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La Cumbre del Clima, en la ciudad del viento

Desde que Franco Colapinto debutó en la F1, Azerbaiyán y su capital Bakú, dejaron de ser un misterio en Argentina. Este país que resurgió cuando se desmoronó la Unión Soviética en 1991 y logró su independencia en 1992, creció a toda velocidad desde entonces.

Rico en petróleo y gas, con tierras fértiles que lo diferencian de sus vecinos y una producción agrícola de especialidades, además de un fuerte impulso a las energías renovables, vuelve a la primera plana al albergar a la Cumbre del Clima de Naciones Unidas entre el 11 y 22 de noviembre.

El evento se desarrollará bajo la sombra del conflicto en Medio Oriente, la guerra en Ucrania y una inestabilidad creciente que está cambiando la geopolítica global. La Cumbre busca compromisos climáticos audaces.

Embajador de Azerbaiyán, Ramzi TeymurovEmbajador de Azerbaiyán, Ramzi TeymurovPor cierto, Azerbaiyán es un enclave estratégico. En el sur limita con Irán, al oeste con el mar Caspio y al norte con Rusia y Georgia. Es el único país que conecta en esa región con Occidente. Sus corredores de transporte y oleoductos son esenciales. Otro dato: con Turquía comparten origen e idioma. El nombre del país deriva de Persia y significa, “el guardián del fuego”.

Ramzi Teymurov, embajador de Azerbaiyán en Argentina, cuenta a Clarín, que después de estar bajo la esfera de la ahora ex URSS tuvieron una guerra de tres años con Armenia que terminó en 1994 con 25.000 muertos por la ocupación de un 22% de su territorio y la independencia de las montañas de Nagorno-Karabaj.

Azerbaiyán recibió un millón de desplazados. Actualmente contabilizan 10 millones de habitantes con un PBI per cápita de US$ 7.125 en una superficie de 86.600 kilómetros cuadrados, la mitad de una provincia como Córdoba.

“Desde 2020 exportamos petróleo y gas a Occidente y creamos un fondo de estabilización que invierte en activos globales para el desarrollo del país”, señala. El fondo reúne US$ 56.000millones. La compañía petrolera Socar es parecida a YPF con control estatal y capital flotando en la bolsa. Socar, principal empresa de Azerbaiyán construyó gigantescos oleoductos como el Bakú-Tiblisi-Ceyhan que llega a Turquía.

La ciudad de BakúLa ciudad de BakúEn los últimos años pusieron foco en las energías renovables. “Vamos a llegar a la descarbonización total en 2050 y en 2030, el 30% de la energía del país será renovable. Estamos poniendo un cable estratégico en el mar Negro para exportar nuestra energía renovable a Europa a través de Georgia”, asegura Teymurov. 

“Queremos independizarnos de los combustibles fósiles, estamos invirtiendo en eólica y solar, tanto en tierra como en el mar Caspio”, dice el embajador a tono con el acento que se pone en esa contaminación y ante las críticas voraces a las emisiones de dióxido de carbono.

La ciudad de BakúLa ciudad de BakúEn la Cumbre estos debates, que no son nuevos, se renovarán y habrá que prestar atención a la sensación de urgencia por el aumento de la temperatura global de la tierra, causa de sequías e inundaciones y otras catástrofes.

Se considera a Azerbaiyán como un país estable políticamente si se tiene en cuenta su vecindario. “Es un gran activo y nos hace diferente al resto. Somos independientes de los vecinos. El país ha ido creciendo gradualmente en los últimos años y se prevé 3% en 2024. La inflación anual en torno a 4%”, acota el embajador.

En cuanto a la agricultura son exportadores en la región, especialmente a Rusia. Buscan nuevas tecnologías para incrementar la producción y allí nace una relación especial con Argentina y su know how.

Una delegación de Azerbaiyán vino este año a Expoagro en una primera excursión para la selección de maquinaria. “Estamos siguiendo muy de cerca Vaca Muerta como una posibilidad de inversión y analizando el RIGI (Régimen de Incentivo a Grandes Inversiones). Pero, “como el resto de la comunidad internacional estamos monitoreando y esperando para invertir”, suelta.

Entre tanto, Bakú se prepara para la Cumbre. La ciudad del viento, como indica su nombre, alberga otras como la antigua que contiene a la Torre de la Doncella y el palacio de los Sirvanshahs. Y la moderna, con obras monumentales que compiten en diseño y fueron construidas al calor del boom petrolero.

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