Este viernes 2 de mayo se conmemora a nivel internacional el Día Mundial contra el Bullying, una fecha establecida con la intención de concientizar sobre los riesgos del acoso escolar y los métodos para evitar la violencia en las escuelas. Según datos de Unicef, tres de cada diez chicas y chicos manifiestan haber sufrido alguna situación de acoso, maltrato o discriminación en los ámbitos donde socializan, ya sea en la escuela o en clubes.
La fecha fue establecida en 2013 por la Unesco, a propuesta de la ONG Bullying Sin Fronteras, que propuso «un día en el que todos los chicos del mundo puedan sentir que por 24 horas alguien los escucha, los entiende, los abraza y los protege cuando están por salir de la escuela, cuando están en clase y cuando se marchan a casa. Un día que diga claro y fuerte: el bullying está mal, arruina y destruye vidas».
Qué es el bullying
De acuerdo a la definición que aporta la Unesco, el bullying o acoso escolar es un fenómeno muy extendido en todos los países y afecta a un gran número de niños y adolescentes. Se refiere a todas las formas de violencia, tanto física como verbal o simbólica, dentro o fuera de las aulas, así como en línea y otros entornos digitales. «La violencia escolar —indica la Unesco— puede ser perpetrada por otros alumnos, docentes u otras personas de la comunidad escolar».
«Más del 36% de los estudiantes se ve afectado por una riña física con algún compañero y casi uno de cada tres ha sido agredido físicamente al menos una vez al año», dice el organismo internacional. En cuanto al ciberacoso, advierte que es «un problema creciente que afecta a uno de cada diez niños«.
Arístides Álvarez es docente jubilado, exdirector de escuela y presidente de la ONG «Si nos reímos nos reímos todxs» y reconoció a La Capital que con la pandemia se produjo un incremento de casos, sobre todo de ciberacoso. «Mi apreciación personal es que hay más situaciones porque hay más violencia, porque hay más mensajes de odio, porque hay más indiferencia. Y esto tiene que ver también con lo que está pasando en nuestro país y en muchos lugares, donde el odio le está ganando la batalla al amor«.
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La ONG suele brindar charlas en escuelas y clubes sobre convivencia y responsabilidad en el mundo digital.
Entre memes, stickers y TikTok
La Asociación Civil «Si nos reímos nos reímos todxs» trabaja desde hace años en la prevención y erradicación de todo tipo de violencia en los espacios de socialización de niños, niñas y adolescentes. Mejorar la convivencia y los canales de escucha, tanto entre pares como entre chicos y adultos. Días atrás la ONG viralizó el audio de una directora de escuela, donde advertía de la necesidad de este tipo de acciones de contención, que funcionan como «un salvavidas» ante situaciones de angustia que se viven en el cotidiano escolar, como agresiones entre los propios alumnos.
En este sentido, para el educador el bullying gana terreno también cuando hay «adultos que no se involucran, o que en familia hablan mal del vecino, en el grupo de WhatsApp hablan mal de una mamá y después la hija va a la escuela y lleva ese mensaje hacia la hija de esa mamá». A veces el no tratarlo a tiempo deriva para Álvarez en la judicialización de casos que antes se resolvían dentro de la escuela.
«En las redes se está viendo mucho bullying, cuando los chicos hacen memes, stickers o videos de TikTok tomando de punto a alguien. Eso lo viralizan y el daño es más intenso, porque son 24 horas al día y todos los días de la semana, no solo queda en la escuela», advierte el exdirector de escuela.
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Qué hacer frente al ciberbullying
Según explican desde la ONG Chicos.net el ciberbullying es «el acoso entre pares en entornos virtuales, especialmente a través de las redes sociales», y que aunque este tipo de agresiones suceden en el mundo digital «los daños ocasionados son reales«.
Desde Chicos.net señalan que aunque el ciberbullying se produzca fuera del horario de clase, el rol de la escuela es fundamental «en tanto debe ser constructora de una experiencia del aprender a vivir con el otro, de la convivencia».
«El grupo en la escuela debe ser capaz de crear relaciones de aceptación, ayuda y respeto», sostiene la organización. Por eso invita a «contribuir a que los chicos y las chicas construyan la noción del otro como semejante, noción que se aprende y que sirve para establecer los vínculos desde una mirada de respeto, de consideración, tanto en el espacio presencial como en lo virtual«.
«Cuando a través de episodios de ciberbullying se consigue excluir a algún individuo del grupo, todos los integrantes se ven impactados: acceden a la experiencia de una sociedad excluyente, lo que va en contra del objetivo primordial de la escuela, de la comunidad y de la familia», advierten. A nivel práctico, recomendaron a docentes y preceptores estar atentos a lo que sucede en el aula y en los recreos (cambios de actitud y burlas recurrentes), poner límites a faltas de respeto o situaciones violentas, mantener diálogos individuales, evaluar la gravedad del caso, contactar a las familias y, en todo momento, brindar contención a quien sufre la agresión.
Tiempos violentos
El trabajo no solo compromete a los chicos sino a toda la comunidad. En este sentido, el titular de «Si nos reímos, nos reímos todxs» recalca que si desde arriba, ya sea desde el mundo adulto como desde las esferas de poder, se baja un discurso cargado de confrontación el trabajo se vuelve cuesta arriba.
«Son tiempos violentos, tenemos un presidente que tuitea y putea todo el mundo, los pibes ven eso, lo escuchan, y muchos youtubers e instagramers tienen mensajes violentos«, alerta Álvarez. Discursos de odio que tienen un correlato en la escuela.
De allí la necesidad de establecer canales de escucha en las escuelas para hablar de convivencia, solidaridad, empatía y de aprender a «registrar al otro». «Parece una utopía en estos tiempos —dice Álvarez—pero cuando se le da voz a los pibes y se les permite hablar, se genera un espacio de diálogo y baja el conflicto«.