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Nueva ley de mala praxis: qué cambia realmente y cómo impactará en médicos y pacientes

La semana pasada el gobierno nacional publicó en el Boletín Oficial los lineamientos de la denominada Ley Nicolás, de calidad y seguridad sanitaria, que lleva el número 27797 y propone mejorar todas las condiciones de la práctica del ámbito de salud para «evitar, advertir o minimizar riesgos» que puedan comprometer al paciente. ¿Cuáles son los verdaderos alcances? ¿Es más “dura” a la hora de medir la responsabilidad de médicos, enfermeros y trabajadores de la salud en general cuando algo no sale bien?

¿Busca mejorar las condiciones generales del sistema para que no ocurran errores que pueden ser fatales o graves? ¿Es correcto llamarla Ley de Mala Praxis como se la conoce popularmente?

El nombre de esta normativa, que aún no fue reglamentada, está vinculado a la historia de Nicolás Deanna, de 24 años, quien tenía meningitis, recibió un diagnóstico equivocado y falleció.

La reglamentación será «fundamental» para saber cuáles serán los verdaderos alcances y cambios que se implementarán, según la evaluación que hacen desde el Colegio de Médicos de Rosario, entidad que en general ve con buenos ojos la promulgación.

La Capital habló con Mariano Traglia, médico anestesiólogo, con 20 años de experiencia en esta temática, quien está a cargo de la Comisión de Gestión y Seguridad del Paciente del colegio profesional. El área funciona desde 2018. “Creamos este espacio para capacitar a los profesionales en las prácticas del paradigma de la Gestión de Riesgos y la Seguridad del Paciente en el ámbito asistencial”, comenta.

El especialista señala que es muy importante que se comprenda que el sistema sanitario tiene que ser “más seguro, más transparente y humano” y que para eso la Ley es importante, “pero también se necesita una transformación cultural, que es lo más difícil de impulsar y alcanzar”.

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En cuanto a hablar de mala praxis, Traglia señala que ese concepto «no debería utilizarse ya que corresponde a la jerga empleada en los ámbito judiciales», y por lo tanto, “mencionarlo así responde a un modelo o paradigma donde se realiza un análisis legal en el cual abogados, peritos y jueces trabajan sobre algo que salió mal, un incidente en el que se busca la relación de causa/efecto y un responsable, generalmente un profesional, para que asuma las consecuencia y la correspondiente compensación del daño real o potencial, que le otorga la justicia por considerarlo protagonista de un la imprudencia, impericia o negligencia”.

Si bien ese concepto va a seguir funcionando a nivel tribunalicio su uso “no va a lograr que el sistema sanitario sea mejor, mas seguro y más humano, que es lo que se busca».

Evento adverso

“Queremos que el sistema sanitario cambie, que sea más seguro, y desde el Colegio de Médicos de Rosario trabajamos hace años en esto. Porque la Ley ordena ciertas cosas pero tenemos que saber que cuando se produce un incidente, un evento adverso no hay un culpable sino un proceso de atención que falló”, destaca Traglia.

Si un paciente, como consecuencia de su atención sanitaria _por alguna decisión o acción profesional equivocada_ sufre una complicación que le genera un daño grave o fallece, «es imprescindible comprender que sucedió por qué el sistema no respondió adecuadamente, activando las medidas de protección o barreras que permitan mitigar las falencias del proceso sanitario”.

¿Esto le quita responsabilidad a los médicos? Traglia dice que no, pero que tampoco se puede “evaluar al sistema de una manera lineal causa/efecto, buscando una persona responsable cuando fallan los procesos”. Si la solución frente a un caso determinado consiste en “sacar o cambiar al médico, el problema de fondo que provocó el hecho no se resuelve, y volverá a ocurrir; esto no se arregla moviendo de su puesto a una persona”. Lo que condiciona el accionar de las personas son los contextos laborales y es precisamente este concepto en el que se debe hacer hincapié, menciona.

La relación médico paciente es un aspecto clave. “Más del 70 por ciento de los juicios de mala praxis se evitarían si hubiese una buena comunicación, y esto no quiere decir tapar nada, al contrario, sino que la familia o el paciente puntualmente estén más involucrados y en contacto con el médico, porque está comprobado que cuando el diálogo fluye se minimizan mucho los errores y la buena comunicación facilita la comprensión de lo que le está ocurriendo al paciente o de lo que se puede esperar en cada situación”, comenta el médico.

Caso centinela

Para la Ley, un evento centinela es un suceso imprevisto, fuera del curso esperable en la práctica médica, que causa la muerte, daño permanente o daño temporal derivado de la atención sanitaria. “La posibilidad de detectar y tener un lugar de denuncia anónima, no punitivo de un evento centinela permite evaluar qué pasó, investigar que pude haber pasado y solo así lograr mejorar los procesos”, dice Traglia. “El conocimiento de un hecho potencialmente grave es lo que nos permite cambiar lo que funciona mal”, señala, y agrega: “Lo cierto es que para analizar e investigar un hecho se necesitan recursos humanos capacitados, gente dedicada a esto y tener presupuesto”.

La Ley determina que la autoridad de aplicación “debe implementar un Registro Unificado de Eventos Centinela con el objetivo de registrarlo, lo mismo que los resultados de la investigación. Debe realizarse en el marco del Sistema Integrado de Información Sanitaria Argentino”. El Colegio rosarino es el primero en la Argentina en capacitar a profesionales con la experiencia en el proceso de investigación y análisis de eventos centinela.

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