En medio de un fuerte apoyo financiero de Estados Unidos al gobierno de Javier Milei, el fantasma de la convertibilidad volvió a sobrevolar la economía argentina. El economista Antonio Aracre anunció en el canal C5N que el Presidente prepara un «nuevo plan de convertibilidad» que sería revelado tras la inminente reunión con su par estadounidense, Donald Trump, generando un debate instantáneo sobre las luces y sombras del histórico «uno a uno» que marcó a fuego la década del ’90.
¿Qué fue la convertibilidad? El plan que ató el peso al dólar
Implementada el 1 de abril de 1991 durante el gobierno de Carlos Menem y bajo la batuta de su ministro de Economía, Domingo Cavallo, la Ley de Convertibilidad (N° 23.928) estableció por ley una paridad cambiaria fija: un peso equivalía a un dólar.
El mecanismo era simple pero rígido: el Banco Central solo podía emitir pesos si tenía el respaldo equivalente en reservas internacionales (oro o divisas). Esto transformó a la autoridad monetaria en una virtual «caja de conversión», donde cualquiera podía cambiar sus pesos por dólares a esa paridad, sin restricciones.
El éxito inicial: El plan fue drásticamente efectivo para su objetivo principal: frenó en seco la hiperinflación que había devastado la economía. Esto trajo una estabilidad inédita, desató un boom de consumo de bienes importados y generó una sensación de prosperidad que le permitió a Menem ser reelecto en 1995.
El lado oscuro del «uno a uno»: Sin embargo, el costo de esa estabilidad fue altísimo.
- Desindustrialización y desempleo: Con un dólar «barato» y una apertura comercial total, la industria nacional no pudo competir. Cientos de fábricas cerraron y el desempleo se disparó de un 8% a un pico histórico de 18,4% en 1995.
- Déficit y endeudamiento masivo: Como el Estado no podía «maquillar» sus cuentas con emisión, financió su déficit con privatizaciones y un endeudamiento externo feroz. La deuda pública pasó de 61.000 millones de dólares en 1991 a más de 140.000 millones en 2001.
- Pérdida de competitividad: Cuando los países vecinos, como Brasil, devaluaron sus monedas, Argentina se convirtió en un país carísimo en dólares, lo que liquidó a las exportaciones.
La combinación de estos factores llevó a la recesión desde 1998 y al colapso final en la crisis de 2001, con el «corralito», la renuncia del presidente Fernando de la Rúa y una secuela de pobreza y conflictividad social que marcó a toda una generación.
El anuncio de Aracre: ¿una nueva convertibilidad en marcha?
El economista Antonio Aracre aseguró que el nuevo plan de Milei sería una consecuencia directa del reciente salvataje financiero de Washington, que incluye un swap de 20.000 millones de dólares.
Según Aracre, este swap serviría como garantía para los pagos de la deuda en los próximos dos años, y Estados Unidos se comprometería a intervenir en el mercado para mantener el tipo de cambio a raya. «Los argentinos estamos en condiciones de volver a soñar con esa convertibilidad que tuvimos en los 90», afirmó.
El periodista Pablo Ladaga, en el mismo programa, le puso un freno al optimismo: «La convertibilidad hizo mucho daño», recordó, y advirtió que para sostenerla «Menem vendió todo». La polémica está servida y la sociedad argentina se debate entre el anhelo de estabilidad y el recuerdo de una de las peores crisis de su historia.