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Balacera en el Fonavi de Parque Oeste: heridos y una pista que lleva a la banda Los Menores

Cuando Florencia despertó del coma, los médicos tardaron en contarle que había recibido un balazo en la cabeza. Temían complicaciones en la salud de esta mujer de 29 años que había quedado al alcance de balas dirigidas a dos jóvenes en Cerrito al 5500, donde también fue herido un cadete en una pierna. La balacera ocurrida en noviembre pasado, a metros del altar de una virgen, marcó la supuesta presencia de la banda de Los Menores en el barrio Parque Oeste: un joven sindicado como tiratiros de esa organización irá a juicio por esos disparos que buscaban obligar a sus destinatarios a vender drogas para el grupo.

Bruno Alejandro Ayala, de 21 años, está preso por ese atentado de hace ocho meses que, según testimonios reunidos en la investigación, fueron parte de una disputa entre Los Menores y un reconocido clan del Fonavi de zona oeste. En una audiencia previa al juicio por el caso, el fiscal Lisando Artacho pidió para él una pena unificada a 15 años de prisión como quien les disparó a dos muchachos tras bajar de una moto, a la vista de sus vecinos y a ambos lados de la calle.

El caso expuso el supuesto desembarco en el barrio Parque Oeste —territorio histórico de otros nombres de peso en el negocio del narcomenudeo— de la llamada banda de Los Menores, con base a más de seis kilómetros, en los barrios 7 de Septiembre, Stella Maris, Emaús y La Bombacha. Los testimonios acerca de la balacera dan cuenta de un conflicto entre este grupo y Los Tripi, conocidos en la disputa por la venta de drogas y con algunos de sus integrantes presos.

La banda de Los Menores, cuya configuración no está del todo clara, cobró notoriedad tras ser ligada al doble crimen del jefe de la barra brava de Central, Andrés “Pillín” Bracamonte, y su ladero Raúl “Rana” Attardo. Por su sindicado líder prófugo, Matías Gazzani, los gobiernos nacional y provincial salieron a ofrecer recompensas millonarias en las últimas semanas.

Dos atentados en dos días

La pena que pidió el fiscal para Ayala no sólo comprende el feroz ataque a tiros al que sobrevivió Florencia y que tenía como blanco principal a un adolescente de 15 años. Fue además acusado por un atentado cometido dos días antes contra el mismo chico. El 1º de noviembre de 2024 la víctima estaba con un amigo frente a su casa de pasillo de Pedro Lino Funes y Cerrito cuando, según la acusación, apareció Bruno, disparó con un revólver calibre 22 y se fue en bicicleta. Los dos jóvenes fueron heridos en las piernas. El mayor obtuvo el alta en el momento y el menor dos días después.

A horas de regresar al barrio, este chico estaba con otro amigo tomando algo en la vereda de Cerrito al 5500, frente a las tiras 11 y 12. A las 22.30 del domingo 3, planteó el fiscal, llegó Ayala como acompañante en una moto Honda Wave negra y frenó delante de un camión. Se acercó y les preguntó: “¿Están vendiendo?”. Le contestaron que no. El agresor cruzó entonces a la vereda de enfrente, donde está emplazado un pequeño altar de la virgen, y desde allí comenzó a disparar.

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Los tiros partieron en distintas direcciones. Florencia G. salía de un pasillo para hacer un mandado y un plomo la alcanzó en el cráneo. Sintió el golpe y se desmayó. El cadete Walter N. llegaba a comprar una cerveza en un quiosco de Cerrito y Liniers cuando vio pasar a los dos motociclistas disparando al aire. “Se baja el que estaba atrás y empieza a tirar para arriba y los costados, sin tener a nadie en vista, tirando por tirar”, contó. El que portaba el arma lo vio arrojarse de la moto a la vereda, le gritó “tomátela, guacho” y le disparó.

Al cadete lo llevó su pareja hasta el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (Heca) donde fue asistido por un balazo en una pierna. La vecina herida despertó días después en la terapia intensiva del hospital. “No recuerdo nada, me acabo de enterar recién de que me dieron un tiro, no tengo problemas con nadie”, dijo. Los disparos, se supo luego, iban dirigidos a los dos amigos pero no alcanzaron a herirlos. En total se recolectaron 15 vainas calibre 9 milímetros.

“Lo mandan Los Menores”

Los vecinos y testigos reservados señalaron por el ataque a Bruno —detenido el mismo día— y dijeron que “todo es porque lo mandan Los Menores”. Contaron que el adolescente de 15 años y su acompañante habían pertenecido al mismo grupo del agresor, pero luego se distanciaron y quedó una “bronca”. Entonces comenzaron a presionarlos y amenazarlos para que vendieran drogas para la organización a la que, según el fiscal, pertenecía el acusado.

Bruno anda con todos los que mataron a Leo Tripi. Se juntan en un predio que se llama Quinta Luciani que está en Rouillón y Cerrito”, contó un testigo y sindicó por sus nombres a siete muchachos a órdenes de “uno que está preso y es mayor de edad pero le dicen El Menor”. Leonel Tripi era uno de los tres hermanos del clan familiar, tenía 30 años y fue asesinado a balazos en febrero del año pasado en el mismo lugar de esta balacera, Cerrito al 5500.

En un mismo territorio se cruzan capas superpuestas de personajes en conflicto. La disputa entre los Ayala y los Tripi quedó expuesta en un grave incidente de febrero del año pasado, cuando tres policías provinciales fueron acusados de plantar armas a un miembro de los Tripi para beneficiar a los rivales.

Los vecinos contaron que Bruno Ayala estaba además ligado a familiares de Walter “Dulce” Abregú, otro histórico de los monblocks de Parque Oeste condenado en 2021 a ocho años de prisión por tráfico de drogas: “La banda que está atrás de la Quinta Luciani son Los Menores con el hijo del Morocho Mansilla. Estos vendían para el Dulce en la tira 5 pero los echaron a todos”.

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En este contexto, el fiscal le adjudicó a Ayala la “pertenencia al grupo criminal dedicado a comercializar estupefacientes conocido como banda de Los Menores”. Lo acusó como coautor de tres hechos: homicidio agravado por el uso de arma en tentativa, lesiones agravadas y portación ilegal de dos armas, una de guerra y la otra de uso civil. Solicitó 12 años de pena que, sumada a condenas previas de Ayala por tenencia de armas y de estupefacientes, se unificarían en 15 años.

Territorio en pugna

No se descarta que algunos testigos que acusan a Ayala vendieran drogas para un grupo rival. Pero relataron un conflicto confirmado por otros incidentes en el barrio. Dos meses más tarde un vecino que presenció la balacera, Manuel Espeche, de 38 años, murió en el Heca tras haber sido baleado en el cuello por al menos dos personas. Lo habían atacado quince días antes, el 13 de enero, en el mismo lugar: Cerrito al 5500. Era tío de uno de los jóvenes baleado en noviembre.

Le llego a ver la cara y era Bruno Ayala. Yo me quedo duro en el lugar y veo como sigue tirando para todos lados. Me agacho y veo cuando le pega el tiro a la piba que cae desplomada en el lugar, iba con un envase de cerveza. Cuando se van le tiran a mi sobrino y al amigo que estaban escondidos en el arbusto de enfrente”, había relatado. También declaró como testigo reservado.

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Otro de los que aportó su versión sobre la balacera de noviembre fue Emanuel Suárez, condenado por el crimen del líder de la barra de Newell’s Roberto “Pimpi” Caminos en 2010. Según una imputación de este año, está enfrentado al clan Tripi. Fue implicado junto a su hijo y otro joven en una balacera del 12 de febrero pasado —diez disparos calibre 9 milímetros— contra gente de los Tripi en Pedro Lino Funes al 2100.

En su declaración, Ema comentó que a los chicos amenazados aquel domingo frente al altar de la virgen “los molestan los de la banda de Los Menores. Los quieren obligar a que vendan drogas, por eso les roban, les pegan, les tiran tiros. Todos los que mataron al Tripi son los que ahora agarraron en el barrio. A ellos los manejan personas que están detenidas”, dijo entonces. Aunque en un testimonio posterior a un ataque a tiros a su vivienda relativizó aquellos dichos al indicar que “se llaman como los menores porque son todos menores. No es la banda de Los Menores sino que son menores ellos”.

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