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Científicos del Conicet inventaron una estufa de bajo costo para enfrentar el invierno

Profesionales del Conicet de la ciudad de Mar del Plata, la facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional, organizaciones civiles y empresas iniciaron un emprendimiento de estufas sociales. Según informes del Registro Nacional de Barrios Populares, en estos vecindarios no hay conexión a la red de gas, por lo que utilizan estufas eléctricas, lo cual implica todo tipo de riesgos.

Desde 2020, construyeron unas 80 estufas solidarias distribuidas en los barrios populares del sur de Mar del Plata donde no hay servicio de gas. Jeremías Ispizua, investigador del Conicet y referentes del emprendimiento, relató ante La Nación: “Estamos por llegar a las 550 y hace unas semanas estrenamos el nuevo modelo, la 2025 B o como le decimos cariñosamente, la peque”.

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Ispizua asegura que la calidad de vida de las personas que acceden a las estufas mejora significativamente. “Las familias nos ayudan a acondicionar el lugar en donde se va a poner el artefacto y a colocarlo”, dijo.

La estufa social es una estructura de hierro y ladrillos que mide 75 cm. de alto, 25 cm. de ancho y 30 cm. de profundidad. Mediante la combustión de la madera calefacciona y no solo da calor, también permite que se pueda cocinar en ella.

Por cada estufa se invierte 180.000 pesos, y si se incluye el flete y la colocación, son 220.00 pesos. “Compite lo más bien con las que están en el mercado a 300.000 pesos y más”, dice Ispizua y advierte: “Nosotros si quisiéramos una estufa bien barata, podríamos hacerla. Pero lo que tiene la que construimos es un desarrollo tecnológico interesante, apropiado, seguro y replicable que permite generar dinámicas de trabajo local y el encuentro entre muchas organizaciones”.

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La semilla de la estufa solidaria

El emprendimiento de la estufa social comenzó en 2018, cuando un grupo de alumnos del Instituto Industrial Pablo Tavelli, de Mar del Plata, crearon una estufa a leña de bajo costo para familias de bajos recursos. El objetivo no solo era calefaccionar las casas frente al clima invernal, sino también que fuera segura para evitar accidentes.

Tras repartirlas y ponerlas a prueba, compartieron los planos, el manual de uso y un tutorial para quienes quisieran fabricar su propio modelo. “De ahí en más, diferentes organizaciones tomaron los planos y los fueron mutando según la necesidad de cada barrio”, explica Ispizua.

En 2019, la organización Cáritas Cristo Rey de Mar del Plata decidió replicar las estufas solidarias y construyó unas 20, después de diferentes incendios en barrios populares. Para 2020, convocaron al grupo de investigación “Ciencia y Tecnología para la habitabilidad” de la UNMdP con el fin de aumentar la producción.

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“Nos sumamos para potenciar el proceso productivo y articular con otros actores para conseguir donaciones y fabricar la estufa. Encontramos socios muy importantes de distintos ámbitos de la sociedad civil que nos dieron herramientas, insumos, y se sumaron empresas con ese mismo objetivo”, aclara Ispizua.

A partir de este año mejoraron el modelo para que sea también duradero, cuenta el investigador. El proyecto no solo apunta a brindar calefacción segura, sino también a impulsar las economías locales. “La idea siempre es construir el saber desde lo comunitario, dar trabajo bien pago a la gente del barrio, desde los herreros que sueldan a los que tienen fletes para hacer los traslados, todo eso se paga gracias a donaciones”, comentó.

Las familias hacen aportes voluntarios de dinero para cubrir el flete o parte de la mano de obra. “Siempre colaboran con 5000, 10.000 o 30.000 pesos que para ellos es un montón. Hay personas que están en una situación muy difícil y no les pedimos nada. No obstante, todos ayudan en la instalación”, explica el referente del emprendimiento.

BGD / Gi

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