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Michael Madsen, el que le puso el cuerpo a algunos de los mejores villanos del cine

El actor, una cara conocida de Hollywood por haber protagonizado películas como «Perros de la calle», «Kill Bill» y «Donnie Brasco», entre más de 300 títulos, perteneció a esa estirpe de los que plantan bandera con una o dos actuaciones componiendo algunos personajes únicos, entre psicópatas y cínicos, con una encomiable gama de recursos. Su mentón desencajado y su mirada cruzada resultaron inolvidables. Murió hace una semana, a los 67 años, de un paro cardíaco

Juan Aguzzi

Michael Madsen era uno de esos actores difíciles de clasificar, de esos que trabajaron en algunos buenos títulos, y allí demostraron una rica gama de recursos, pero también tuvieron papeles irrelevantes en otros tantos, donde esos mismos recursos resultaron deslucidos. Cualquiera podría decir que con más de 300 películas en su haber, esto necesariamente debe ocurrir, sin embargo, Madsen pertenece a esa estirpe de los que plantan bandera con una o dos actuaciones y entonces lo que se desea es que ese nivel no entre en baja, como si verlo componiendo personajes sin relieve alguno lo volviera totalmente anodino. Y otra cuestión, justamente, porque es de esos actores a los que uno ve haciendo lo imposible por darle dignidad a cada composición, más allá que el relato no funcione demasiado.

Varias series de los ochenta lo tuvieron en su elenco: Hospital, Corrupción en Miami, El honor de los Mackey; luego, ya en los noventa, por lo menos tres películas le dieron el crédito necesario como para fijarlo en las retinas de los espectadores atentos y lo destacaron incluso entre otros talentos con los que coprotagonizaba. Perros de la calle (1992), de Quentin Tarantino, fue el primero de ellos, un film casi de cámara conformado para que los actores floreen sus herramientas compositivas, donde Madsen alcanza una singular estatura con un protagónico rico en matices y definitivamente verosímil.

Su personaje es el Sr. Rubio, un psicópata al que la violencia lo entusiasma y le produce la más grata de las adrenalinas. En el robo que se produce en el inicio de la historia, le dispara a una alarma que comienza a sonar porque detesta su sonido. Dice después que cuenta con una “expresa” experiencia carcelaria que le permite torturar a policías sin que se le mueva un pelo. En ese delirio orgiástico de violencia que es el film de Tarantino, Madsen intensifica su personaje hasta límites casi insoportables a través de movimientos físicos y de enarcar las cejas, contraer los labios y penetrar con la mirada.

Un villano que impacta, seductor, por momentos agobiado, pero siempre poniendo el cuerpo en tensión, como si desprendiera cierta electricidad. Por este papel fue elegido por una revista especializada como uno de los mejores villanos de todos los tiempos, detrás de Norman Bates (Psicosis, Alfred Hitchcock, 1960) y Hannibal Lecter (El silencio de los inocentes, Jonathan Demme, 1991).

Determinación y ahínco: un sello personal

Después animaría al melancólico Budd en Kill Bill I (2003) y II (2004), donde ya el actor ha afinado sus recursos y maneja un timing exquisito que depara no pocas sorpresas.  La composición de Budd como un perdedor oportunista que se va a vivir al desierto californiano atesorando la preciosa espada que le dio su hermano Bill tiene mucho de los matices de un anacoreta que busca la redención, pero que, a la vez, no puede resistir las tentaciones mundanas. Madsen da un increíble relieve a su personaje alcohólico y lo eleva mientras desarrolla acciones tan rutinarias como lavar autos o ser portero de un club de streap-tease. Y allí probablemente resida el sello personal de sus interpretaciones, en cierta habilidad para capturar la atención del espectador en situaciones triviales, poniendo a funcionar una serie de modos actorales con determinación y ahínco.

Para marcar algunos de los títulos que lo hicieron fijar en la retina de muchos, hay que remontarse a Thelma y Louise (1991), el emblemático film proto-feminista de Ridley Scott, donde Madsen interpreta a Jimmy Lennox, el romántico novio de Louise. Lennox anima a un músico en gira permanente, pues de eso vive, que no confía demasiado en conformar una pareja estable, pero que ama secretamente a Louise.

Su convencimiento de que mantener una relación intermitente es el mejor modo de estar con alguien, no le quita empatía ni enternecimiento con su amada, a quien socorre en un momento clave de la historia narrada enviándole sus ahorros cuando las cosas se ponen demasiado feas para las dos amigas. El personaje, tal vez un tanto antagónico con los que luego van a hacer fulgurar a Madsen, se muestra relajado y comprensivo, y la verdad es que lo hace muy bien, es de esas almas que quedan en el imaginario cuando se termina la película, una clase de tipo al que se le envidia una forma de estar en el mundo, aunque diste mucho de cualquier éxito.

En el western Wyatt Earp (Lawrence Kasdan , 1994) es Virgil Earp, el hermano menor de Wyatt, el legendario sheriff de Dodge City, la ciudad del pecado. Es notable como en una composición menor, Madsen vuelve a destacarse con procedimientos actorales que redimensionan su rol. Su silencio, su respiración pesada, su mano enjugándose los labios bajo su bigote ralo, luego de beber, le dan a su personaje un aura especial. Aunque le calzaban los personajes rudos –en infinidad de films, en papeles secundarios, brilló como villano–, y fue muy reconocido por ellos, él insistía en que ese no era su verdadero espíritu, sino lo opuesto. En una entrevista a un medio español en 2007, afirmó lo siguiente: “Ese tipo duro de las películas no es mi persona. Doy miedo y no sé por qué. Soy, sobre todo, un pensador, un observador de la sociedad. Cuando trabajo como actor tengo una vida solitaria. Me paso en tiempo en hoteles, trenes, aviones… Soy como una especie de vagabundo. He viajado por el mundo y he visto cosas que no han visto muchas personas, lo que me hace sentir afortunado…”.

Los mejores villanos

Diez años antes de esa declaración, en 1997, Madsen dio vida a Dominick “Sonny Black” Napolitano en Donnie Brasco (Mike Newell, 1997), un personaje cínico que cubrió a un agente del FBI infiltrado, llamado Joseph Pistone, en la familia mafiosa Bonanno, en la New York de los años setenta. “Sonny Black” fue un personaje real y desempeñó un papel importante en esa infiltración, actuando como mentor y protector del policía. Madsen estudió detenidamente la doble personalidad del mafioso y pudo capturar el estilo intimidante y de imprevisibilidad de Napolitano, que lo hacían realmente temible, y logró exponer con maestría su influencia y poder dentro de la organización criminal a la que pertenecía.

La crítica especializada consideró la actuación de Madsen en este film como una de las más destacadas de su carrera al elogiar su ductilidad para transmitir la conformación compleja del personaje y su perfil intimidatorio, de esos que también siguen en mente luego del fin de la trama y se piensa qué tremendo sería cruzarse mal con cualquier mímesis de él que ande suelto por allí. Otro villano construido con elocuencia y efectividad, una muestra contundente de su garra actoral. Tarantino volvería a convocarlo en 2015 para la tercera parte de su saga western, Los ocho más odiados, donde compone a otro temible pistolero que se contiene para no apretar el gatillo mientras busca el momento adecuado. Una deriva de sus anteriores villanos, aunque Madsen insiste en agregar capas de sentido al personaje haciéndolo brillar con características que se suman a su mentón desencajado y su mirada cruzada habituales.

En los últimos años tuvo algunos inconvenientes con la ley y tuvo más prensa por esos asuntos que por su labor actoral. En 2012 había sido detenido por conducir borracho y en 2019 le pasó lo mismo, pero esta vez estuvo cuatro días en prisión y cinco años en libertad condicional por haber chocado con un alto nivel de alcohol en sangre. En 2022 fue arrestado por entrar en una propiedad privada, si bien no se conocen los detalles, protagonizó una ruda pelea y tuvieron que llevarlo, primero a un hospital y luego a una comisaría. En 2024 fue detenido en Los Ángeles por haber sido denunciado por violencia doméstica por su mujer, DeAnna Madsen.

El actor fue a parar a una prisión y luego liberado tras pagar 20 mil dólares de fianza. Madsen  tuvo un hijo que se suicidó en 2022, lo que provocó una fuerte depresión en el actor y en su mujer, la misma que terminaría culpándolo de violencia doméstica. En esa vida un tanto intensa que parece haber llevado Madsen, encontró tiempo para escribir. A dos libros de poemas publicados en distintos momentos, durante 2025 le dio los últimos toques a uno nuevo titulado Tears For My Father: Outlaw Thoughts and Poems (Lágrimas por mi padre: pensamientos y poemas), que algunos de sus hijos (tuvo seis en total con distintas mujeres) tienen en estos días en proceso de edición. Una semana atrás, Madsen fue encontrado muerto en su casa de Malibú, producto de un paro cardíaco.

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