Por Paulo Menotti- Especial para El Ciudadano
“Así como las provincias precedieron al Estado nación, pensar en los espacios locales y regionales como base para reescribir una historia más general de la Iglesia católica, o una historia nacional con una densidad distinta, recuperando los procesos sociales que se dan en esos espacios en torno a la construcción de lo religioso, su institucionalidad, sus actores, las identidades religiosas. Pero si vamos al proceso de construcción de la Iglesia católica como tal, en la segunda mitad del siglo XIX pasa por un proceso semejante a la construcción del Estado nacional y del provincial”, afirma María Pía Martín al referirse a cómo escribir una nueva historia de la Iglesia católica, “partiendo de la complejidad y particularidad de lo local, regional o ciudades y provincias”.
La historiadora rosarina, junto a Diego Mauro compilan el libro Iglesia Católica y secularización en el Litoral argentino. Santa Fe y Entre Ríos (siglos XIX y XX), que fue presentado el pasado jueves 24 de octubre en la Feria del Libro de Rosario. “El libro aborda la construcción social, espacial e institucional de la Iglesia Católica, particularmente a partir de la creación de las diócesis de Santa Fe y de Paraná, más tarde de Rosario”, explican los compiladores y agregan que no se trata de la historia de la Iglesia Católica en nuestro país si no de algunos problemas que fue atravesando la institución y la comunidad religiosa entre los siglos XIX y XX. En ese sentido y como otro interesante aporte, el libro también reúne a parte de la historia del anticlericalismo en nuestra región.
Desde el espacio entrerriano, Ignacio Martínez y Marianela Cancellieri analizaron la relación de la Iglesia católica con la naciente Confederación argentina presidida por Justo José de Urquiza a mediados del siglo XIX. También desde Entre Ríos, Clarisa Segura estudió el surgimiento de parroquias en el interior provincial. Desde Rosario, Agustina Prieto y Sebastián Merayo analizaron el anticlericalismo desde fines del siglo XIX, con el protagonismo del liberalismo local, hasta mediados del siglo XX a partir de personalidades que encabezaron el antifascismo. Por último, Julieta Gabirondo estudió la participación femenina en la Iglesia Católica hacia fines de la década de 1970, a partir de la renovación del catecismo.
En una entrevista con El Ciudadano, la historiadora María Pía Martín, quien se especializa en el estudio de la Iglesia católica, destacó los aportes de este libro que nos permiten pensar a una institución y su comunidad religiosa, las que son claramente influyentes en nuestra sociedad.
—¿Cómo fue y es la construcción de la Iglesia católica en nuestro país?
Hacia mediados del siglo XIX, la Iglesia argentina tenía una estructura escasamente desarrollada, con pocas diócesis y pocos sacerdotes para un territorio extenso. A la vez que se daba la construcción del Estado nación, se construía una iglesia moderna, con más diócesis y parroquias, nuevas congregaciones religiosas y asociaciones laicales. El crecimiento de su estructura institucional, y su diversidad interna, se continuó en las primeras décadas del siglo XX. Y, a pesar de lo que se suele suponer, el Estado -sea nacional o provincial- contribuyó a este proceso.
—¿Por qué es importante un análisis regional, desde las dos orillas del río Paraná, en Entre Ríos y Santa Fe?
En su época, la separación de Buenos Aires de la Confederación planteaba un problema, las provincias del Litoral y la ciudad de Paraná dependían de Buenos Aires. La creación de una diócesis del Litoral con sede en Paraná, en 1859, buscó resolver cuestiones de administración eclesiástica, mejorar condiciones materiales, dotar de un clero formado y revincular con el papado. A pesar de lo que se suele creer, aquí confluyeron los intereses eclesiásticos con las autoridades civiles y otros actores que querían consolidar la región. A partir de esta diócesis surgieron los obispados de Santa Fe, en 1897, y Rosario, en 1934. Para el historiador, es muy importante ver las particularidades de este caso a fin de comprender procesos generales y reescribir la historia provincial y nacional desde otro lugar.
—¿Qué desafíos afrontó la Iglesia católica en nuestra región?
Si bien las directivas del papado apuntaban a la homogeneización institucional, cada realidad local fue distinta. A un lado y otro del Paraná, hubo diferencias importantes que derivaban de sus estructuras sociales, económicas y políticas. En los dos primeros capítulos del libro podemos ver la construcción de la diócesis paranaense desde arriba en cuanto a disposiciones, tensiones y negociaciones; y la construcción desde abajo, un pueblo y su parroquia, su comunidad, la confluencia de intereses entre autoridades y feligreses, cuestiones económicas y modos de actuar. Se revela así la trama de relaciones que se teje desde las esferas de poder, tanto como al ras del suelo.
—¿Qué importancia tuvo el anticlericalismo y qué quedó de eso?
El proceso de secularización, que supone un reacomodamiento de lo religioso en formas más modernas, es un eje que organiza el libro. Dentro de esto se visibilizan las políticas laicistas, tanto como sectores sociales e ideas en ese sentido. En la región del Litoral y, por ejemplo, en Rosario, el tránsito del siglo XIX al XX mostró -además de las experiencias estatales- un campo intelectual y político laicista, a veces anticlerical, a izquierda y derecha del arco político. Dos de los capítulos del libro expresan el contrapunto entre una Iglesia Católica que se construye desde arriba y desde abajo y un campo cultural laicista, cuando no anticlerical. Luego, un capítulo situado en los años 70, refleja la renovación del Concilio Vaticano II, que se realizó entre 1962-1965, y el nuevo rol de la mujer. En lo personal creo que esas dos culturas -la clerical, la laicista- conviven en Rosario a lo largo de su historia, y aún hoy, a veces en equilibrio, otras de modo crítico.

