“Si el presidente no gana, conozco a la persona contra la que competiría, creo, probablemente, esa persona es extremadamente de izquierda y tiene una filosofía que fue la que llevó a Argentina a este problema. No seríamos generosos con Argentina si eso sucede. Si él pierde (por Javier Milei), no vamos a ser generosos con Argentina”. Las declaraciones, de Donald Trump, generaron repudio en la oposición y en parte de la prensa argentina. La intromisión de Estados Unidos en la política nacional —en el voto popular— fue una afrenta a la soberanía nacional.
La política del Salón Oval es nítida: pagar con ayudas económicas a un país endeudado con el organismo del que Estados Unidos es el mayor socio. El pronóstico acerca de las elecciones del 26 de octubre —se dudó incluso si se refería a estos comicios o a los de 2027— imponen ya uno de los precios a pagar. Las declaraciones se agravan en medio de una crisis económica en la que la “generosidad” de Estados Unidos aparenta ser el camino que brindará estabilidad al gobierno de Javier Milei de cara a 2027 y que le permitirá cumplir sus compromisos con el Fondo Monetario Internacional.
Pero nada es gratis. A los salvatajes, a la compra de pesos, a los swap, se sumó —en septiembre, y por decreto— la ubicación de bases militares estadounidenses en Mar del Plata, Ushuaia y Puerto Belgrano. A esto se suma un memorándum previo, firmado en marzo de 2024, con el que habilitó al «Cuerpo de Ingenieros» del ejército estadounidense a tener injerencia en el río Paraná. En juego están también minerales de interés para la transición energética del país del norte y para su disputa comercial y geopolítica con China. Por ejemplo, en torno a los minerales llamados «tierras raras».
Un dato: según la encuestadora Zuban Córdoba, el 71,5% de un universo de 1.500 casos se manifestó en contra de las bases militares yanquis. Otro sondeo reciente reveló que el 60,8% tiene una imagen negativa de las visitas de Javier Milei a Donald Trump.
El oficialismo carece de propuestas. Su mantra es repetir que hay que cruzar el Rubicón y que no se puede echar por la borda «el sacrificio» que viene haciendo el país. Paradójicamente, argumenta que en dos años de gobierno sacó a «12 millones de personas de la pobreza». Lo que sí abunda en esta campaña son eslóganes del pasado. En un escenario de crisis económica y social, la grieta vuelve a ser la protagonista de la discusión política.
«Civilización o barbarie»
En 1845, Domingo Sarmiento escribió la primera versión de «Facundo. Civilización o Barbarie». Facundo, «el» Facundo, era el caudillo Facundo Quiroga, el caudillo federal riojano del siglo XIX. En esa publicación, Sarmiento asimilaba la civilización a (una parte de) Europa, a Norteamérica, a las ciudades y a los unitarios. La barbarie se encarnaba en América Latina, en España, el campo y los federales. El Facundo era un retrato de todo aquello que había que exterminar para que la naciente Argentina avanzara hacia el progreso.
A 180 años de aquella discusión, la grieta —que no empezó con el kirchnerismo ni terminó aún— se reedita en plena campaña electoral. En el oeste de la provincia de Buenos Aires, este viernes el presidente Javier Milei convocó a votar por La Libertad Avanza para evitar «la barbarie del kirchnerismo». El principal portavoz de la campaña liga sus vínculos con Estados Unidos a la supuesta defensa de una civilización que su fuerza política expresaría. Con gritos, con insultos, con chabacanería. Pero cada quien se mira en su propio espejo y ahí está él: autopercibido artífice de la barbarie.
Más allá de la oposición entre civilización y barbarie, y de la repulsión que sentía Sarmiento por la patria profunda, hay un aporte que la memoria selectiva de Milei soslaya. Sarmiento, inspirado en Estados Unidos, fue un defensor de la división de poderes mientras se discutió la Constitución Nacional en 1853. Rescataba la importancia de los pesos y contrapesos que cada poder tenía sobre los demás para regular el ejercicio del poder.
Cerca de Sarmiento para estigmatizar, pero lejos de Sarmiento para la práctica política, esta semana el mandatario volvió a cargar contra el Congreso. Sostuvo que fue “el principal foco de violencia institucional” contra su gobierno, al impulsar proyectos que, según denunció, buscan “destruir todo lo que hemos construido con mucho esfuerzo”. Lo hizo en una entrevista con Eduardo Feinmann en el canal A24. Acusó a la oposición de haber “cerrado los mercados” con la sanción de leyes que aumentan el gasto sin financiamiento, y aseguró que ese accionar se intensificó tras las elecciones en la provincia de Buenos Aires.
«El nivel de agresividad y de violencia institucional por parte del Congreso no tiene precedentes en la historia argentina”, afirmó Milei. “Votaban aumento de gastos sin contrapartida de ingreso, lo cual es una irresponsabilidad total”, agregó.
El vocero de la campaña de Agustín Pellegrini en Santa Fe y de Diego Santilli en Buenos Aires confía en otra conformación legislativa “más reformista”.
También en diálogo con Feimann anticipó que está trabajando “puertas adentro” en la construcción de consensos políticos, aunque aclaró que lo hace con “absoluto hermetismo”. “Que los periodistas no se enteren no quiere decir que no esté ocurriendo”, dijo. Que los periodistas no se enteren es una falta del Estado a la transparencia y al derecho a la información pública.
En tanto, esta semana, el presidente de la Cámara baja, Martín Menem, dio por caída la sesión que había sido convocada para interpelar al ministro de Economía, Luis Caputo, respecto del swap con Estados Unidos.
«Braden o Perón»
En 1945, cuando Perón estaba preso y miles de trabajadores fueron a exigir su libertad, había una pulseada que también se jugaba norte a sur. En esa época, Spruille Braden era embajador de Estados Unidos en Argentina. Fue de público conocimiento su intervención organizando a la oposición contra la fórmula Perón-Hortensio Quijano. A tal punto que el lema de las elecciones de 1946 fue «Braden o Perón».
«El 17, llegamos a la Plaza; cada vez se hacía más entusiasta; había alegría, fervor. Frente a la Casa Rosada empezaron a armar los altavoces. Hablaron distintas personas (…). Trataban de ir calmando a la gente: por cada intervención de los oradores, la reacción era más fervorosa a favor de Perón. Se decía que venían trabajadores del interior del país. No lo puedo probar. Recuerdo, sí, que era una tarde muy calurosa y la gente se descalzaba y ponía los pies en las fuentes, muchos por haber caminado tanto. Concretamente lo que yo presencié era la gente que venía del sur. Berisso, Avellaneda, Lanús, Lomas de Zamora. A medida que crecía la cantidad, en la Plaza de Mayo aparecían los carteles. Por primera vez yo observaba algo igual: nunca había visto una asamblea tan extraordinaria. Cuando el coronel Perón apareció en los balcones sentí temblar a la Plaza. Fue un griterío extraordinario que nos emocionó de tal manera. Todo parecía venirse abajo. Para otros –quizá– con anterioridad, pero a partir de ese 17 de octubre despierta la conciencia para nosotros. Se hace carne que al pueblo tiene que respetársele como tal«.
Esta crónica del 17 de octubre toma otro color hoy, 80 años después, cuando desde el norte se reaviva la intención de que Argentina sea una colonia financiera y un territorio de explotación de bienes comunes.
Esa tónica de comparación histórica también marcó el discurso de Cristina Fernández de Kirchner ante la convocatoria de militantes que se reunieron este viernes frente a su domicilio, en San José 1111. La dos veces presidenta recordó el desendeudamiento del país antes del fin de su gobierno y fue tajante: “Nunca nos arrodillamos”.
«Los que endeudan y estafan al país una y otra vez con dólares que nunca nadie vio y dejan al país cada vez peor a las familias endeudadas, a las fábricas cerradas, los jubilados cobrando miserias, la gente en la calle, bueno, los mismos que ahora están haciendo un desastre inédito, debo reconocerlo. Con la economía argentina manejada a control remoto por el tesoro de los Estados Unidos, nunca visto», desgranó.
Luego citó a Perón: «Hay tiempos oscuros en la vida de los pueblos en los que todo su honor está en prisión.» Y agregó: «Hoy, 17 de octubre, no venimos a recordar una fecha. Venimos a recordar una lección de la historia. Cuando un pueblo defiende sus derechos, defiende su libertad, cuando los poderosos de afuera ¿Quieren decidir quién gobierna? La respuesta tiene que ser la misma que hace 80 años. La soberanía no se negocia».
A 180 años del Facundo, sigue fluyendo sangre por la grieta.
A 80 años del 17 de octubre, otra vez la convocatoria es: «Braden o Perón». O, en términos actuales: «Milei o Argentina»