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Investigan en Rosario un tratamiento innovador para el Parkinson

Por Luciana Mangó

Claudia Banchio estudiaba la generación y regeneración de neuronas cuando descubrió una posible cura para la enfermedad de Parkinson. La investigadora del Conicet encontró que los exosomas, unas partículas muy pequeñas que comunican a las células entre sí, pueden ayudar a recuperar células dañadas por enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson o el ACV. Junto con Hugo Gramajo fundaron ExoMas, una empresa de base tecnológica, para poder investigar la posibilidad de aplicar esos estudios preliminares al tratamiento de la enfermedad. El estudio, que fue publicado en una revista especializada, ya pasó por el laboratorio y espera ser aprobado por un ente regulador para probarlo en pacientes. El tratamiento es pionero en el país y se diferencia de los actuales que sólo tratan síntomas. Podría administrarse vía nasal, pero la falta de financiamiento estatal dilata los procesos, por lo que se estima que podría estar disponible dentro de unos 10 años. Desde ExoMas apelan a conseguir inversores mientras continúan investigando para mejorar la calidad de vida de personas enfermas. 

Hallazgo inesperado y esperanzador

«Luego de años de investigación con foco en generación y regeneración de neuronas llegué a encontrar unas pequeñas partículas microscópicas: los exosomas, que son comunicadores entre células. Mandan un mensaje direccionado y específico entre la célula que lo libera y la célula que lo recibe. Nosotros demostramos que las células madres neurales -las que tienen la capacidad de generar otras células y permiten que se genere el cerebro durante el desarrollo o que se repare tras una lesión en la adultez- liberan exosomas con capacidades muy propias e importantes: inducir la generación de nuevas neuronas, a partir de la diferenciación de estas células madres», explicó la investigadora del Conicet. 

El equipo liderado por Banchio tiene en el laboratorio una línea de células madres neurales humanas que produce exosomas, los cuales fueron aislados y liberados al medio de cultivo, purificados y caracterizados. En la investigación, que fue publicada en Scientific Reports (SR), el equipo copió en el laboratorio un modelo de enfermedad de Parkinson, donde las neuronas se mueren y presentan estrés oxidativo, una característica muy común de la enfermedad y del envejecimiento. 

“Lo que hicimos es tratarla con estos exosomas que producimos en el laboratorio que derivan de células madres neurales y demostramos que aumentan la sobrevida de neuronas afectadas por el Parkinson y, a su vez, disminuyen el estrés oxidativo. Aumentar la sobrevida de las neuronas impacta en la calidad de vida de pacientes afectados con la enfermedad de Parkinson”, señaló Banchio.

La investigadora explicó que en la enferemedad de Parkinson se mueren neuronas dopaminérgicas -que producen y liberan el neurotransmisor dopamina que desempeña funciones en el movimiento, la motivación, y funciones cognitivas, entre otros- y que se encuentran en la sustancia nigra. Esas neuronas mueren por varias razones: por acumulación de una proteína llamada alfa sinucleína o porque las mitocondrias de esas células funcionan mal por estrés oxidativo. El mecanismo de muerte se llama apoptosis. Al morirse neuronas se pierden contactos en el cerebro y aparecen las pérdidas cognitivas y motoras que caracterizan a los enfermos de Parkinson. 

“Si por algún mecanismo, en este caso los exosomas, prevenimos que se mueran esas células, no tenés esas afecciones tan limitantes de los pacientes con Parkinson. Pensamos también en otras enfermedades neurodegenerativas que comparten eventos comunes”, señaló la investigadora. 

Banchio explicó que también demostraron que los exosomas tienen una enzima llamada catalasa, que combate el estrés oxidativo. “Extrapolado podría mejorar o evitar el envejecimiento celular y neuronal, y mantener un cerebro más activo”, agregó. 

Recorrido

“Nunca lo hice buscando una terapia. Llegué a los exosomas estudiando neuronas y células madres”, aseguró Banchio, quien en 2023 junto a Hugo Gramajo fundó ExoMas SA, una startup de base científico-tecnológica para desarrollar un compuesto farmacéutico basado en exosomas para el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas.

Ahora, esos exosomas deben ser probados en ensayos preclínicos por una entidad regulatoria, como por ejemplo el Anmat de Argentina, la FDA de Estados Unidos, o la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), que evalúa esos compuestos en modelos de animales con enfermedad de Parkinson. Esta etapa está prevista para fines de este año y comienzos del próximo, aunque el equipo de Banchio ya inició algunos ensayos que mostraron una recuperación muy importante.

“Se evalúa cómo llegan al cerebro los exosomas en ensayos de seguridad, es decir, si son o no seguros para que tengan buenas prácticas de laboratorio. En Argentina no hay muchos, por lo que probablemente tengamos que ir a hacerlo a Brasil. Se documenta toda esa información que se presenta a la entidad regulatoria que la evalúa para luego empezar las fases clínicas, que es probarlo en pacientes”, señaló. 

Banchio estimó que falta entre uno y dos años para llegar a las fases clínicas “con mucho dinero y mucho viento a favor”. Las fases clínicas duran entre tres y cinco años dependiendo de la enfermedad, ya que para las que no tienen cura las entidades regulatorias tienen menos requisitos. 

Claudia Banchio y Mercyleidi Diaz Reyes trabajando en las cámaras de cultivo celular en IBR. Foto: Elizabeth Karayekov.

Tratamiento único

El primer objetivo del equipo de Banchio es el Parkinson, sobre el que tienen “resultados muy sólidos”. También van a empezar un modelo de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) y para accidentes traumáticos del cerebro. “Los boxeadores, por ejemplo, tienen mucho más riesgo de desarrollar un accidente cerebrovascular por la cantidad de impactos que reciben. Poder tratar y reparar ese cerebro a través del uso de exosomas sería una gran ventaja”, señaló.

Banchio explicó que en la actualidad el Parkinson se trata con levodopa o a través de una cirugía intracraneal para determinados casos. La levodopa compensa en el cerebro el producto liberado por la neurona dañada, pero pierde efectividad a medida que las neuronas mueren. La ventaja del tratamiento propuesto es que, a diferencia de los actuales que están dirigidos a los síntomas y a los signos de la enfermedad, los exosomas permiten regenerar o reparar la neurona afectada. 

Actualmente no hay tratamientos que reemplacen a las neuronas dañadas o aumenten su sobrevida. Todos, en general, son paliativos. La ventaja de los exosomas es que estarían aportando una solución a un problema para el que no hay tratamientos. Vamos a tratar o, al menos, aumentar la sobrevida de esa neurona afectada, lo que se puede combinar con otros tratamientos actuales”, explicó Banchio, y agregó que piensan en una administración intranasal, tal como los experimentos en modelos animales.

De lograrse, sería el primero en el país, aunque existen experiencias similares en otras partes del mundo. “Una está en Israel y trabaja con exosomas de otras células para el tratamiento de injurias traumáticas de la médula espinal. La otra empresa está en Estados Unidos y estudia el tratamiento del accidente cerebrovascular”, repasó. 

Financiamiento 

ExoMas S.A. contó con un aporte económico del fideicomiso SF500 que les permitió avanzar en distintos aspectos de la investigación. En la actualidad firmaron con un “inversor ángel” -personas que deciden invertir en el proyecto-, quien les sumó un aporte para continuar.

En septiembre, el equipo de Banchio viajará a Chile tras ser seleccionada como una de las 10 empresas de las 960 inscriptas para participar del Startup Chile, una estructura montada por el gobierno local que invierte en empresas que participan del programa de 3 meses. 

“Es poco para todo lo que tenemos que hacer, que es mucho y los costos son muy altos. Así que estamos buscando más inversores ángeles, participando en programas para que nos aseguren llegar al final de la preclínica y presentar esa documentación a la entidad regulatoria”, contó Banchio.

La investigadora lamentó la falta de financiamiento estatal para continuar con el desarrollo del proyecto. “Antes teníamos la posibilidad de escribir un proyecto, que sea evaluado y financiado por lo que era la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica. Toda la ciencia que hice desde que volví al país después de hacer mi postdoctorado en Canadá avanzó gracias a subsidios que fui ganando. Ahora no hay más. El Conicet está abriendo una convocatoria y hay algunos llamados de la provincia de Santa Fe que apoyan a la ciencia pero es poco dinero. Además, si uno apoya a Exomas o a empresas de base científico-tecnológica van a entrar dólares al país”, señaló.

Destacó que sin ciencia básica no hay ciencia aplicada: “Se descubrió la penicilina porque se empezaron a estudiar los hongos y vos te podrás preguntar «por qué estudiar un hongo». El conocimiento es importante y no entiendo por qué la sociedad ahora no lo está reconociendo. Creo que hay una cuestión de grieta donde se mete en la bolsa cosas que no tienen que mezclarse”.

Banchio nació en Sastre y se mudó a Rosario para estudiar en la UNR. Su socio, Hugo Gramajo, nació en Salta pero también desarrolló su ciencia en la ciudad. Trabajan en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR), son investigadores de Conicet y profesores de la UNR. Banchio confesó que desde hace más de un año su salario no se actualizó. “Me guían los resultados científicos y por eso voy a seguir. Porque detrás de todo esto hay que ayudar a todas estas personas. Para los enfermos, ver que algo que se está haciendo es esperanzador”, concluyó.

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