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Sebastián Pareja, el armador de Karina Milei: quién es y cómo funciona la casta base

Sebastián Pareja es rápido. En la calle o en un bar se lo definiría como un pillo. Cuando empezó a escuchar que los gritos de Karina subían de tono, y que directamente empezaban a contener insultos -“cagón de mierda”, “tarado”- empezó a elaborar, contra reloj, un plan de escape.
La hermana estaba hecha una furia contra Carlos Kikuchi, en aquel momento armador de La Libertad Avanza. Era enero del 2023, estaban de recorrida por Pinamar, y contra sus deseos Victoria Villarruel se había apersonado en la primera fila de una de las recorridas. “El Chino” no se había animado a echar a la futura vicepresidenta de la caminata, y cuando todo terminó, la menor de los Milei le hizo saber su furia. Pareja sabía que sería el siguiente en recibir la bronca. Al fin y al cabo, desde principios de 2022 el territorio bonaerense era su responsabilidad. Pero tantos años pateando calles en el conurbano, estirando el mes con su eterno conchabo en el Senado, iban a servirle para improvisar una avivada. Metió la mano derecha en su bolsillo y sacó su celular: de repente descubrió que lo estaban llamando, y con esa excusa abandonó a Karina y a su enojo. Algunos testigos de la escena observaron, con una mezcla de pudor y admiración, cómo Pareja inventaba una conversación con la nada misma del otro lado del vidrio, haciendo tiempo como un boxeador que cuenta los segundos hasta que termine el round.
Pareja es, antes que todas las cosas, un vivo. Desde hace tres años aprendió cómo sobrevivir a la lógica de los hermanos Milei -en especial a la de ella, ya que el otro a muy duras penas lo tolera- y aprendió, sobre todo, a poner la otra mejilla. Así pudo surfear el destierro a Kikuchi, a fines del 2023, y el áspero 2024, en el que Santiago Caputo, con quien lo une un desprecio mutuo, lo usó una otra vez como bolsa de puching ball. Y ahora le llegó su turno. A pesar de que Karina logró venderse como la dueña de la lapicera, fue Pareja el gran ganador del cierre de listas bonaerenses, el que puso gente de su propio riñón en la mayoría de los lugares y el que llevó adelante la ejecución pública del autoproclamado “mago del Kremlin”. Es que, finalmente, llegó el momento de la casta base.

Génesis.

No hay nada en la biografía de Pareja que pudiera hacer preveer que él iba a terminar como uno de los referentes de un espacio que se vende como “la nueva política”. Más bien todo lo contrario.
De su padre, un abogado que tuvo cátedras en la Universidad de Lomas de Zamora, y su madre, también del mundo judicial, heredó los contactos de un menemismo tardío que lo acercaron a la campaña de Carlos Menem en el 2003. Desde aquel momento esa pareció ser una constante en la vida de Pareja: apostar por el caballo perdedor. Aunque logró llegar a ser uno de los referentes de la última juventud menemista, “el turco” perdió las elecciones ante Kirchner. Sin embargo, Pareja ya había empezado a desarrollar esa habilidad que luego lo convertiría en indispensable dentro de LLA: lograr, a fuerza de insistencia y perseverancia, convertirse en casi parte del paisaje de un espacio, un mueble que parecería que siempre estuvo ahí y al que convendría, por las dudas, dejar en su lugar.
De hecho, cuando Menem se convirtió en senador dos años más tarde, lo llevó a Pareja como asesor. Esta es una parada clave en la vida de la mano derecha de Karina. Primero, porque acá comenzó su notable carrera como miembro estelar de la casta. Del 2005 hasta fines de 2023 cobraría cada mes, sin interrupciones, su sueldo como asesor en el Senado, la definición del empleado público que el Presidente dice detestar.
Sin embargo, lo más notable en ese primer trabajo rentado fue que Pareja empezó a entrar en confianza con el que se encargaba de servirle el café al ex presidente y llevarle los trajes a lavar. Era nada menos que “Lule” Menem, uno de los olvidados de la familia. Sería, con el diario del lunes, un guiño propio de las fuerzas del cielo.

Libertario.

Kikuchi se enfrentó con varios desafíos cuando Karina le encomendó ser el armador de la campaña nacional. Uno urgente que tenía, en aquel comienzo del 2022, era que le faltaba una persona en Buenos Aires. “Lule” Menem, entonces delegado de LLA en el Norte, aún alejado de la mesa chica que hoy integra, le sugirió el nombre de alguien que había conocido en el Senado.
Para entonces Pareja ya no era un junior. Le había sumado a su sueldo en el Congreso otro en la Universidad de Lomas de Zamora y sobre todo había acumulado expertise. Después de mucho insistirle a Octavio Frigerio, su hijo había aceptado sumarlo a su espacio. Eso fue en el 2017, cuando Rogelio era ministro del Interior y Emilio Monzó, comandante de ese armado político, presidente de la Cámara de Diputados. Por decantación lo enviaron a construir a la Tercera Sección, donde está Lomas, su lugar de origen. También le dieron un puesto de director en el Renaper, que dependía de Interior, otra línea más que sumó a su currículum trabajando para el Estado. Sin embargo, Pareja volvió a apostar al caballo perdedor: el “ala política” del macrismo pronto cayó en desgracia, en especial en Buenos Aires, donde la entonces gobernadora María Eugenia Vidal le prohibió a Monzó y a los suyos pisar su territorio. Desde ese momento, Pareja guarda un intenso y profundo odio hacia todo el PRO, en especial a quien entonces se encargaba de hacerle las peores tropelías: el entonces ministro de seguridad bonaerense, Cristian Ritondo.
No es esta la única coincidencia del pasado con el presente. Es que igual que ahora, el líder en aquel momento no lo terminaba de digerir. “Son las formas de Sebas. Es muy pesado, muy cargoso, siempre juega para él y te va enroscando para sacarte lo que quiere. Emilio, que además es un tipo refinado, nunca se lo fumó”, dicen cerca del actual diputado. Aquel vínculo terminó mal. En el cierre de listas de 2021, en las que Monzó decidió apoyar a Facundo Manes, no hubo lugar para Pareja. Tampoco para su tropa que ya en ese momento existía: todos ellos, que hoy integran las listas de LLA, se fueron del monzoísmo. Atrás quedó la época en la que Pareja hablaba de la importancia del “diálogo” en la política y criticaba los “extremos”.
Dos desterrados del espacio libertario juran que lo primero que hizo Pareja cuando se sentó a negociar su incorporación en el 2022 fue pedir plata. “Está todo bien esto, pero gratis no lo hago”, dicen que dijo. También avisó que ese año estaría más dedicado a San Lorenzo, el equipo de sus amores -en su contacto de Whatsapp no se puso su nombre sino “cuervo”- que a la política. Aspiraba a presidir el tercer club más grande del país, y de hecho se presentó como candidato. Pero el diablo metió la cola: la Justicia suspendió las elecciones aquel año y las aspiraciones de Pareja quedaron suspendidas (pero no frustradas, ya que ahora volvió a meterse en la vida política del club). El tiempo y la líbido del hombre quedaron puestas en La Libertad Avanza.

Rosca.

El acto iba a ser en Mar del Plata, en un teatro. Lo organizaba Alejandro Carrancio, el referente de Pareja en la Quinta Sección. Según sus cuentas, había juntado a 600 personas que iban a repetir una misma consigna: Pareja gobernador, una idea diseñada para meterle presión a los hermanos Milei. Sobre la hora llegó la negativa de Karina, que para aquel momento ya se había inclinado por Carolina Píparo para ocupar ese lugar en 2023. Pasaron dos años, pero Pareja no cambió las mañas y mucho menos su obesesión.
Aquel primer cierre de listas en LLA fue una frustración para Pareja. Sólo consiguió entrar él como senador bonaerense, y no pudo meter a su gente. De hecho, durante gran parte de ese año estuvo raleado de la mesa chica. Cuando el libertario cerró con el PRO la tensión solo creció. Guillermo Ferraro, el enviado de Macri para la fiscalización, le reportó “maniobras extrañas” de Pareja a su jefe, que se las trasladó a Milei. Algunos en el espacio sostienen que desde entonces el economista no lo digiere.
No fue el único traspié que tuvo Pareja en el espacio. Designado al frente de la Secretaria de Integración Sociourbana (FISU), respaldó el accionar de su predecesora, Fernanda Miño, una mujer del riñón de Grabois. Eso sucedió mientras que Sandra Pettovello mantenía un duro cruce con el dirigente social. Como no podía ser de otra manera, la ministra encaró una guerra contra Pareja, el inesperado defensor del dirigente social. Al día de hoy -en el que Grabois amenaza con romper con Fuerza Patria y competir por afuera en Buenos Aires- desde ambos lados de la grieta se preguntan hasta dónde llega esta relación.
Sin embargo, los grandes golpes que sufrió Pareja fueron de Santiago Caputo. El armador pretendía copar también las listas bonaerenses, con su agrupación “Las fuerzas del cielo”, y la guerra era de esperar. El consultor le entró por un lugar sensible: las denuncias de corrupción que hay en las delegaciones del PAMI y la ANSES de la provincia de Buenos Aires, cuyos titulares responden a Pareja. La primera fue Viviana Aguirre, que estuvo al frente del PAMI local hasta que salió a denunciar que Pareja y su mano derecha, Juan Osaba -hoy candidato-, le pedían un millón de pesos de cada sueldo como parte de un “retorno” a la política. En Junín hubo otro escándalo. Marina Biaggetti denunció que Alberto Pascual, el encargado local del PAMI del parejismo, la había expulsado del armado por su adhesión al caputismo. Acá sucedió algo muy pocas veces visto en la corta historia del Gobierno: Milei se metió en la interna para hacer expulsar a Pascual de su puesto, una prueba más de la poca simpatía que le guarda a Pareja. El golpe final lo hizo el director nacional del PAMI, Esteban Leguízamo (que responde a Caputo), cuando el 30 de abril comunicó que iban a investigar el “uso indebido de recursos públicos” de las delegaciones locales, que se derivaban a “cajas negras de la política”. No es el único misterio acerca de las cuentas en el mundo parejista. En el Renaper, el lugar en el que estuvo Pareja durante el macrismo, crece la leyenda de que a cada empleado nuevo le piden parte de su sueldo. Además lo persiguen las historias de ventas de candidaturas. Ahora volvió a viralizarse el audio que le mandó en el 2023 a Martin Uraguorena, el que iba a ser candidato libertario en Tigre, donde le hablaba de “un acuerdo con Malena”, en referencia a Galmarini. Este año, de hecho, en varios distritos los libertarios se preguntaron si otra vez Pareja no volvió a acordar con intendentes locales.
Hasta el cierre de listas el armador parecía debilitado frente al “Mago”, que a sus espaldas lo llamaba, con sorna, el “choripanero”. Incluso una historia corrió como pólvora dentro del espacio: el día en que Pareja quiso ir a hablarle a Milei del cierre de listas, y este lo echó a los minutos diciendole que estaba “salvando al país” y que “no tenía tiempo” para estas pequeñeces.
Sin embargo, el crecimiento de la interna con Karina provocó que la hermana decidiera ejecutar un aniquilamiento del caputismo. Y ahí fue donde Pareja, ya consagrado como el presidente del partido en el distrito, logró su gran victoria. Según un cálculo que hizo el periodista Manuel Jove, de los 40 candidatos “entrables”, entre diputados y senadores bonaerenses, 22 responden directamente a Pareja. Destacan ahí Osaba, Gonzalo Cabezas, Carlos Curestis, Luis Ontiveros y Luciano Olivera -otrora chofer de Pareja-, todos hombres que acompañan a la mano derecha de Karina desde hace casi una década. “Sebastián se mueve como el jefe de un sindicato. Es leal con los suyos y los suyos son leales con él. Pero no construye para Javier. Construye para él”, dice un hombre que lo trató mucho. De más está decir, no hay nada parecido a un libertario entre su grupo. El caso que más visibilidad tomó fue el de Pablo Morillo, kicillofista duro y funcionario bonaerense hasta 2023 -“el mejor preparado para ser Presidente”, decía- al que Pareja metió de candidato. Por esto, y por la bronca acumulada, soldados del caputismo  -como el troll @traductorteama- apuntaron contra Pareja. Fantino, en su programa, hizo lo mismo. Pareja les respondió con sorna: «Criticar a los candidatos es criticar al Presidente».
El futuro es una incógnita. Pareja, que luego del cierre se habría ido unos días a Uruguay, quedó más empoderado que la propia Karina en Buenos Aires. Va a tener diputados, senadores y concejales que le responderán, con las cajas que eso significa -más las del PAMI y la ANSES- y el control jurídico del partido en el territorio. Su sueño es ser gobernador, motivo por el cual mira con recelo a Espert -con quien de cualquier manera tuvo una alianza táctica este año para ralear al caputismo- y en especial a Diego Valenzuela. Y el representante más acabado de la casta base ya demostró que tiene una ambición sin límites. l

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