En su mensaje al Congreso sobre el avance del Presupuesto 2026 el Poder Ejecutivo adelantó que la presión tributaria este año será 22,23% del PBI, una reducción respecto a 2024. El dato expresa el cociente entre la recaudación tributaria y el producto bruto y es un índice conocido en las cuentas internacionales y finanzas públicas con el nombre de presión tributaria que los organismos y expertos utilizan para hacer comparaciones estandarizadas entre distintos países.
El 22,23% para este año implica una caída respecto al primer año de Milei (23,01% en 2024) y la más baja desde 2006. En aquel momento la economía también estaba en equilibrio fiscal. Durante muchos años la Argentina pese a tener una presión tributaria mayor no logró registrar superávit fiscal.
La reducción de la presión tributaria para este años se explica, en gran medida, por la derogación del impuesto PAIS a fines del año pasado que creó, mediante la Ley 27.541, el gobierno de Alberto Fernández el 23 de diciembre de 2019 por cinco períodos fiscales, como un impuesto “temporal” para desalentar la demanda de dólares.
Además este año el Gobierno aplicó una rebaja transitoria de retenciones a la soja, el maíz, el girasol, el sorgo y sus derivados, entre febrero y fin de junio 2025.
Para 2026, sin embargo, la presión tributaría se mantendría estable o registraría un aumento leve al pasar de 22,23% a 22,74% según el informe enviado al Congreso esta semana.
Esto se muestra en línea con las cifras que figuran en el acuerdo con el FMI donde se prevé un ligero aumento de la presión tributaria para los próximos años. Es que los ingresos tributarios como porcentaje del PBI proyectados en el último staff report registran un aumento a lo largo de la etapa del actual gobierno hasta 25,7% en 2027.
Para el Departamento de Estudios Fiscales del FMI la recaudación es un ítem central en el monitorea de un programa de ayuda y desembolsos como el que hoy tiene la Argentina. El organismo buscará ampliar la base tributaria, mejorar la calidad de la recaudación (más progresiva descansando más en el impuesto a las ganancias) y de la administración tributaria.
Los expertos por su parte señalan que será difícil que la presión tributaria de la Argentina caiga en los próximos años dado el contexto que el país enfrenta.
Un informe de la consultora Empiria, que conduce el ex ministro de Economía Hernán Lacunza lo pone del siguiente modo. “El gobierno nacional tendrá la necesidad de salir al mercado para refinanciar su deuda, hecho que obligará a pagar los cupones, dando fin al mecanismo transitorio de los intereses capitalizables, con tasas más elevadas (en la deuda hard dollar), que requerirá obtener un mayor resultado primario para afrontar dichos pagos”.
El trabajo agrega que “el Gobierno apunta a tener “margen fiscal” para poder avanzar en reducción de impuestos o, en casos muy específicos, recomponer partidas presupuestarias muy rezagadas como por ejemplo la obra pública. Para que esto sea posible sin erosionar el resultado fiscal, la economía deberá crecer sostenidamente. Los eventuales cambios impositivos no pueden poner en riesgo las anclas de estabilidad”.
El desafío no parece fácil. “Si bien es cierto que hasta el momento el ancla fiscal ha sido la viga maestra del plan de estabilización, incluso sobrecumpliendo las metas, el resultado primario deberá pasar de 1,6% del PBI en 2025 a 2,2% en 2026 según lo acordado con el FMI para sostener el equilibrio financiero”.
Según un cálculo del Estudio Broda “hubo un ajuste fiscal de 4,9% del PBI desde que asumió Milei que trepa a 13,3% del PBI con déficit cuasifiscal del BCRA pero contabilizando los intereses capitalizados del Tesoro el ajuste cae a 7,9% del PBI”.