Los datos de marzo muestran cómo se profundiza el ajuste contra lxs trabajadorxs y sus condiciones de vida.
Una política laboral de saqueo
En marzo, el empleo asalariado registrado sufrió su mayor caída en ocho meses y los salarios reales bajaron un 2,6 %, según datos oficiales del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA). En total, se registraron casi 9.000 despidos formales: 7.300 en el sector privado, 800 en el público y 900 en el trabajo doméstico.
Este escenario se da en el marco de una crisis económica estructural. Desde que asumió Milei, la construcción perdió 62.000 empleos y la industria 31.300. En marzo, la manufactura sumó otros 4.000 puestos menos. Solo algunos sectores vinculados al comercio, el agro y la pesca mostraron cifras levemente positivas, pero insuficientes para compensar el derrumbe general.
Como si fuera poco, los salarios reales continúan retrocediendo. Aunque marzo fue técnicamente “menos malo” que el mismo mes de 2024, la caída acumulada ya supera el 4 % en lo que va del año. A nivel general, los sueldos están apenas un 1,4 % por encima de noviembre de 2023, previo a la asunción de Milei. La “recuperación salarial” es, en los hechos, una ilusión.
Este deterioro golpea directamente al mercado interno, que ya registra una caída del 1,8 % en la actividad económica y crece en tensiones cambiarias. Los trabajadores enfrentan un modelo de dólar barato para exportadores, apertura económica brutal y salarios sistemáticamente por debajo de la inflación. En este contexto, la patronal prefiere ajustar horas extras o intensificar los ritmos laborales antes que incorporar personal permanente.
Este no es un accidente: es parte de un plan deliberado. Milei y su equipo justifican el ajuste como “orden macroeconómico”, pero el resultado concreto es la precarización generalizada del empleo formal, sin ningún tipo de protección para lxs trabajadorxs ni para los sectores populares.
El combo de la motosierra contiene la caída del salario real, despidos, aumento de la informalidad y la precarización, y una avanzada contra la industria nacional que intensifica la primarización de la economía argentina.
Un escenario para la resistencia
Frente a este saqueo, es imprescindible una respuesta colectiva que rechace las reformas laborales en curso y coordine medidas de lucha en defensa del trabajo y por aumentos salariales reales.
Mientras la CGT sostiene que “no hay condiciones” para salir a las calles, mes a mes vemos cómo nuestro salario alcanza para menos. Rechazamos la actitud pasiva de la central sindical, que actúa de forma funcional y cómplice con el ajuste de la motosierra.
Si el ajuste es sistemático, la respuesta debe ser también sistemática: defensa del empleo, del salario, de los derechos sociales y por una salida popular, donde no paguen la crisis quienes no la generaron.