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Las Aventuras cerró su serie de Fanzines con un recital en Majo

Música, laburo, talento, frescura. En Majo, Las Aventuras invitó a viajar por la música y el papel. El último acorde sonó, el fanzine se cerró, se guardó y se llevó;  el ritual de sentidos terminó y en el pulso acelerado retumbó un deseo de actuar. Hay que volver a dejarse atravesar, a moverse, porque en esta ciudad no alcanza con escuchar o mirar, resta el accionar

Por Lola Cattaneo

Un viernes en Rosario, hay mucho para hacer otra vez. De todos los planes hay que elegir uno. Las Aventuras presenta su fanzine y su show en Majo a las 22. 

Tucumán y San Martin. La calle se usa para fumar. Todo vuelve, por ejemplo, esta noche es rock. Chupines, delineador negro en la línea de agua inferior de los ojos, bigotes, pelo largo, crestas, chapas y borcegos. Gente en el pogo, gente que se queja del pogo, un chico con una careta, rulos cabeceando.

Las Aventuras es una banda compuesta por Facundo del Castillo (voz y guitarra), Julián Bianciotti (batería), Marco Tenaglia (guitarras y teclados), Juan Aguilar (bajo) y Juan Ignacio Miles (en efectos especiales y visuales). Un grupo que triangula entre lo garage, el rock y el post-punk. La estructura del show es una apuesta sensorial: música en vivo, visuales en directo y fanzines a la venta a un costado del escenario. Escuchar, mirar, tocar el papel, volver a prestar atención. 

En Majo, el escenario  está dispuesto con 2 micrófonos, una batería, 3 guitarras, un bajo y una mesa preparada con luces, tecnologías y pintura lista para desplegar las visuales. 

El fanzine que se presenta esta noche es el quinto y último de un universo ilustrado que se entrelaza con los conceptos,  canciones y  vivencias propias de Resta el Accionar, el primer disco de la banda. Se propone como el cierre de una historia que, si bien no es lineal, recupera las aventuras de personajes que aparecen desde la primera publicación . Las historias que se narran son las ideas Marco, los dibujos los hace Facundo, pero todo nace en grupo; hay algo de delirio compartido y algo de diario íntimo.

Cinco ediciones, cinco capítulos, un entramado: el Paquidermo, el Gato Castro, la Serpiente, el Perro. Personajes que intentan escapar de sus propias contradicciones, tomar decisiones, intentar, con el tiempo, ver cómo su mente se equivoca; desertar la comodidad del autoboicot, abandonar la sombra que significa la mente, despertar para que solo reste el accionar.

“Se va a escapar tu perro, y no sabrás dónde buscar…tendrás que irte corriendo”: ese verso de la canción que cierra el disco (Perro), es el eco de la última página del fanzine y la temática de la noche. El Perro, liberado por el Gato Castro, cruza el último recuadro, se lanza hacia el río y deja atrás sus ataduras. El Perro encarna la urgencia de romper “barreras casi imposibles de detectar”. Dubi, una carita flotante estrenada en esta última entrega, corona esa idea: soñar con la salida no alcanza, hay que moverse.

El show empieza. Dubi (carita flotante), con su cresta y su gesto pícaro, se ve proyectado en el telón negro que esconde el escenario. “Abraaan, déjenme salir”. El telón comienza a levantarse mientras Dubi recita el poema de Fanny Sangra que cierra el zine y abre la noche: 

La música empieza a sonar. En la pantalla los dibujos en movimiento, en las caras rebota una luz violeta. Los labios se abren y se cierran, las letras se conocen. Las cabezas, las miradas, todas hacia el escenario. La atención está puesta donde se busca que esté, donde tiene que estar.

El espacio personal se reduce con el pasar de los minutos. La intensidad aumenta con el segundero del reloj. El pogo es cada vez más grande y los empujones cada vez más potentes. Canciones de su primer disco (está rota, perro, sombra) canciones inéditas (cofre), todas invitan a saltar, transpirar y gritar. Un tema atrás del otro, sin  interrupciones.

Jimena Elezeta sube a tocar el clarinete en la octava canción de la noche. Gladyson Panther sube después. No son presentados, se sabe, esto es la noche de Rosario: los músicos son el público, el público va a ver a los músicos, los músicos van a ver al público. Si la mirada se expande, si se dan 5 pasos hacia atrás, hoy la banda es una gran familia que abre la mesa de su comedor al público, una familia que concreta y comparte sus ideas. 

Esta noche es la demostración de que en Rosario algo se vuelve a gestar. Música, laburo, talento, frescura. En Majo, Las Aventuras invitó a viajar por la música y el papel. El último acorde sonó, el fanzine se cerró, se guardó y se llevó;  el ritual de sentidos terminó y en el pulso acelerado retumbó un deseo de actuar. Hay que volver a dejarse atravesar, a moverse, porque en esta ciudad no alcanza con escuchar o mirar, resta el accionar.

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