El déficit de albañiles, plomeros, gasistas, electricistas, herreros idóneos se nota en el día a día en los centros urbanos, pero por si hiciera falta un refuerzo estadístico, un estudio del Banco Mundial estimó que en Argentina, Chile y Perú los costos de construcción aumentaron entre un 8% y un 12% debido a la escasez de mano de obra calificada.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) dan cuenta de que, a comienzos de este año, se registró un déficit del 25% de trabajadores especializados, lo que ha llevado a un incremento significativo en los costos de los proyectos y una ralentización en la ejecución de obras.
Este fenómeno no solo se limita a las grandes ciudades como Buenos Aires, Rosario y Córdoba, sino que también afecta a regiones en desarrollo.
En 2020, el déficit de mano de obra se estimaba en un 15%, lo que indica un aumento del 10% en solo cinco años.
No solo la disponibilidad de trabajadores se ve afectada, sino que también empujó un aumento del 30% en el costo promedio de construcción en los principales centros urbanos.
La interpretación especializada es que la crisis de mano de obra se vio exacerbada por factores como el envejecimiento de la población activa, la falta de incentivos para la formación de nuevos profesionales y la migración de trabajadores hacia sectores más lucrativos.
Escasos y bien pagos
Los emergentes del sector podrían considerarse afortunados, sin embargo, porque gracias al desfasaje entre mano de obra disponible y necesaria los honorarios promedio de la mano de obra en la construcción experimentaron un aumento del 15% en comparación con el año anterior, situándose en aproximadamente 600.000 pesos argentinos mensuales por trabajador, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
Aunque el cese de la obra pública dejó el año pasado el tendal de más de 100 mil puestos de trabajo perdidos, los que desde siempre se dedican al trabajo domiciliario o que atienden refacciones u obras de menor dimensión que un desarrollo inmobiliario manifiestan una queja (o excusa) recurrente: que no consiguen ayudantes ni jóvenes con ganas de aprender un oficio.
El tiempo transcurre y el problema tiende a agravarse. En el caso de los plomeros en la Argentina.
La mayoría se encuentra entre los 46 y 55 años, lo cual preanuncia una gran cantidad de jubilaciones en los próximos años y se necesitará que aparezca una nueva generación que cubra la demanda del servicio.
Los herreros atraviesan por un tema similar, aunque con el agravante de que manipulan metales, fuego, ácidos, lo cual afecta la salud prematuramente.
“Uno de los factores principales que ha llevado a esta escasez de soldadores es el envejecimiento de la fuerza laboral y la falta de interés por parte de las nuevas generaciones en este tipo de trabajos», señaló Sergio Ferrero, CEO de GRUPO BAW.
“Las nuevas generaciones suelen preferir carreras relacionadas con la tecnología y la innovación, dejando de lado profesiones que perciben como menos atractivas o físicamente exigentes”, prosigue.
Qué consecuencias puede traer el desfasaje advertido en el estudio del Banco Mundial:
- Retrasos en los proyectos: La falta de personal especializado provoca que las obras se prolonguen más de lo previsto.
- Aumento en los costos de construcción: el costo de contratar trabajadores calificados ha subido considerablemente, debido a la poca oferta, elevando los costos generales de los proyectos.
La IA n/s
La IA no tuvo una respuesta concreta sobre cómo hará la gente para arreglar los problemas que requieren de estos oficios cada día más diezmados, y enumeró estrategias a futuro que pueden ayudar a abordarlos.
Por ejemplo, “la educación y capacitación técnica que motiven a las nuevas generaciones, promuevan el aprendizaje en oficios específicos desde edades tempranas, y que además, ofrezcan incentivos, como becas o subsidios para la formación”, enuncia.
Exhorta a las instituciones educativas y las empresas a trabajar de la mano para “promover programas formativos que adapten a las nuevas generaciones a los requerimientos actuales de la industria”.
El bache a cubrir está entre la finalización de la escuela secundaria y hasta el tercer año de la carrera que sea, donde según las estadísticas el 50% abandonará o previamente hará un intento de cambio de carrera. Hasta que se persuade de que lo que quería no era continuar en la universidad. Para esto, tendrá 21/22 años y ninguna formación para el mundo del trabajo.
El elevado porcentaje de “ni-ni” que hay en el país se nutre de muchos de esos casos.
La falta de personas capacitadas en oficios es un problema que no viene de ahora, y que se profundizó enormemente en la década de los 90”, asegura Sergio Serrichio, director de la Escuela Universitaria de Oficios de la UNLP:
“Cuando se implementó la reforma educativa (en 1994) y los colegios industriales nacionales fueron convertidos en escuelas provinciales, la calidad de la enseñanza se desmoronó. Ya nada fue igual desde entonces, al tiempo que hubo una suerte de fuga hacia los bachilleratos”.
Propuestas genéricas
La IA propone asimismo facilitar la llegada de trabajadores calificados desde otras regiones o países, como solución temporal pero efectiva, e invertir en tecnologías que puedan automatizar ciertas tareas podría ayudar a reducir la demanda en áreas específicas, aunque siempre será necesario contar con trabajadores calificados para tareas más complejas.
En esa dirección, hay iniciativas como la especialización en Steel Framing, un sistema de construcción que utiliza perfiles de acero galvanizado en estructuras, reemplazando a la madera y el aluminio.
El Instituto Argentino de Siderurgia estableció un programa de certificación de supervisores de obras de Steel Framing que evalúa a los profesionales de la construcción con experiencia en este sistema.
Según Francisco Pedrazzi, presidente de INCOSE, «gran parte de la calidad y de las ventajas que brinda el Steel Framing y más precisamente la construcción en seco, dependen de la correcta instalación de sus materiales y es esa, una de las principales razones por las cuales es de suma importancia capacitarse de manera eficiente».
Lo que queda sin resolver es qué hacer cuando se rompe un caño, hay desperfectos eléctricos o se necesita una soldadura en una vivienda, y «los gremios» eternizan la reparación aduciendo que trabajan solos porque «nadie quiere venir a trabajar».
Un estudio reciente realizado por Amanco Wavin, empresa de construcción e infraestructura, reveló que casi no hay plomeros entre 18 y 25 años en el país, y también se evidencia la falta de soldadores.
El fenómeno no es privativo sólo de nuestro país, sino que a nivel global se prevé que el 40% de la demanda proyectada de soldadores quedará sin atender.