“Farro, Pontoni y Martino”. Cuando le preguntaban por su simpatía con San Lorenzo, el Papa Francisco repetía de memoria la legendaria delantera de 1946. En aquel año, el año en que el club de Boedo obtuvo su tercer torneo profesional (el sexto de su historia), Jorge Bergoglio iba siempre al Viejo Gasómetro de Avenida La Plata junto a su padre, fanático del fútbol, jugador de básquet y trabajador ferroviario.
En ese estadio, cuando apenas tenía nueve años y ni siquiera pensaba entrar al seminario sacerdotal, Francisco se cautivó para siempre con los colores azulgranas. Con el tiempo, por supuesto, las obligaciones religiosas lo llevaron a perder de vista la actualidad del equipo. Pero siempre lo seguía a su manera.
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En 2014, la dirigencia y el equipo de San Lorenzo cumplieron su promesa de llevarle la Copa Libertadores ganada al Vaticano. Viajaron el presidente de aquel momento, Matías Lammens, el vicepresidente Marcelo Tinelli, el técnico Edgardo Bauza y los futbolistas Juan Mercier y Julio Buffarini. Lammens recuerda hoy que cuando llegaron a la Santa Sede, le preguntaron a un integrante de la Guardia Suiza –el cuerpo militar encargado de la seguridad del Papa– cómo se había enterado Francisco de ese triunfo histórico.
—El guardia suizo nos contó que se había despertado en plena madrugada para preguntar cómo había salido y después siguió durmiendo.
Ese día, Francisco dejó un saludo especial, acaso el más futbolero de los saludos papales en toda la historia: “Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. En particular a los grupos provenientes de España, Argentina y otros países latinoamericanos. De modo especial, saludo a los Campeones de América, el equipo de San Lorenzo, acá presente y que es parte de mi identidad cultural”.
Unos años antes de asumir como líder espiritual y político de la Iglesia Católica, ya había dado muestras de que su amor por San Lorenzo había recobrado la fuerza de cuando era niño. El 1 de abril de 2008, el día en que San Lorenzo cumplió cien años, Bergoglio dio una misa en la capilla del Colegio San Antonio, en el barrio de Almagro, donde un grupo de jóvenes orientados por el sacerdote salesiano Lorenzo Massa fundó el club.
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El entonces presidente, Rafael Savino –fallecido en 2021– me recordó el diálogo de cuando, café de por medio, le pidió al nuevo Papa que oficie la misa del centenario.
—¿Dónde le mando el remis? –le preguntó.
—No, ¿qué remis? Yo me tomo el subte A, me bajo en Castro Barros y camino unas cuadras –respondió Bergoglio.
En aquella oportunidad participaron de la eucaristía Savino, toda la comisión directiva y varios ex futbolistas. Unos días antes de esa misa, a modo de agradecimiento por haber aceptado el pedido, Savino y otros dirigentes le habían obsequiado el carnet de socio y la camiseta. Ambas imágenes fueron las que empezaron a circular ni bien el papa Francisco salió al balcón del Vaticano a pronunciar su primer discurso, en marzo de 2013.
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En 2011 volvió a dar una misa azulgrana: fue por el día de la Virgen María Auxiliadora en la capilla que el club construyó –a raíz de una donación del famoso actor Viggo Mortensen– en su Ciudad Deportiva, donde aceptó un particular pedido del ex presidente Carlos Abdo. “Yo en ese momento estaba mal por la mala situación del club, entonces le dije si podría rezar por todos los hinchas y por la vuelta a Boedo”, recordó Abdo.
Bergoglio rezó.
La oración –por destino, por fe, por casualidad o por lo que fuera– surtió efecto: San Lorenzo zafó del descenso en la Promoción y, años después, volvió a tener bajo su gestión el predio de Avenida La Plata, donde en el futuro, habrá un estadio que llevará su nombre. En el último encuentro que tuvo con la dirigencia del club, el actual presidente, Marcelo Moretti, le llevó una camiseta con una imagen del pasado y una promesa para el futuro: “Nos espera Tierra Santa. Estadio Papa Francisco”.
En la capilla del Bajo Flores, Bergoglio pidió que nunca saquen a María Auxiliadora del club. “Es su madre, porque San Lorenzo nació en el San Antonio bajo la protección de la Virgen”, argumentó.
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En Boedo, el barrio de San Lorenzo, y en Flores, el barrio donde nació y creció y donde San Lorenzo construyó su actual estadio, el Papa Francisco descubrió el tango. Como el fútbol, la música porteña lo acompañó siempre en un segundo plano durante su estadía como Arzobispo de Buenos Aires y durante su papado. Amante de La 2×4 (la FM 92.7), Francisco llegó a llamar a Jorge Telerman, cuando éste era secretario de Cultura de la Ciudad, para felicitarlo por la programación.
En San Lorenzo y en el tango, dos cuerpos que bailan juntos desde sus nacimientos, el Papa Francisco siempre volvía a la Buenos Aires de su infancia. La que caminaba junto a su padre por el empedredado de Avenida La Plata, y en la que crecía mientras gritaba los goles de la delantera inolvidable del 46.
WC CP