Graduado en Letras, periodista, panelista, hombre de los medios, conductor radial, actor, Franco Torchia huye de los encasillamientos, de las definiciones de fórmula y de las explicaciones sencillas.
Cultor del pensamiento y artesano del buen uso de la palabra, se encuentra con NOTICIAS en un café palermitano gracias a la reposición de “Como nunca…¡otra vez!”, obra teatral que juega con la tradición del humor político y recupera el espíritu del Café Concert, con dirección de Alejandro Tantanian, libro de Liliana Viola , acompañamiento del maestro Diego Penelas al piano y vestuario de Pablo Ramírez. Torchia se luce en el escenario junto a la impactante presencia de Juampi Mirabelli, la primera vedette hombre de la Argentina.
Noticias: ¿Llamarse Franco lo marcó en su búsqueda por la franqueza y la verdad?
Franco Torchia: Reconozco que soy alguien que busca la franqueza, eso te lo puedo garantizar, de hecho hace unos años hice un programa en Radio Splendid que se llamaba “Francotirador”, trato de trabajar con la verdad. Pero tengo que decirte que me llamo Franco Torchia igual que mi padre, él me puso su nombre en un episodio confuso, con el que hay un desacuerdo histórico al respecto entre mi padre y mi madre. Mi papá hoy tiene Alzheimer y demencia, está internado hace un año y medio, es un inmigrante italiano que llegó a Argentina en 1951 con 12 años. Cuando yo nací en el 76 mi mamá tuvo un parto muy complicado según cuenta la leyenda, entonces mi padre fue solo a anotarme y no tuvo mejor idea que ponerme su mismo nombre. También hay otro misterio que nunca pude resolver, el de mi segundo nombre que es Edgardo… Ahí tampoco se pusieron de acuerdo mis padres, ¡esa fue una relación tan plagada de desacuerdos! (se ríe)
Noticias: En “Como nunca…¡otra vez!” me gustó la presentación de su personaje como “capocrónico”. ¿Cómo surgió el concepto?
Torchia: Capocrónico es una palabra que inventó la autora de la obra, Liliana Viola, se le ocurrió que más que cómico soy crónico (risas). Es un juego de palabras simpático que tiene que ver con lo que hago en escena, sobre todo en los monólogos, porque es el trabajo de una persona que habla de forma crónica, de manera muy veloz e intensa. Yo soy intenso y verborrágico, incluso diría que a veces soy una persona lingüísticamente atolondrada. Liliana tuvo la idea producto también de un gran ejercicio de observación, nos conocemos mucho, es mi amiga.
Noticias: ¿Se ve reflejado en la tradición de cronistas de la realidad nacional como Enrique Pinti y Tato Bores?
Torchia: Son artistas tan inconmensurables que no puedo ni pensar en una comparación con ellos. Pero me pasó que cuando empezamos a pergeñar este show comencé a tenerlos en la cabeza de forma casi inconsciente. Creo que eso es lo que nos pasa en general con artistas así de grandiosos, los tenés en tu guión mental aunque no estés pensando en ellos. A Pinti y a Bores los empecé a tener especialmente presentes ensayando y después me di cuenta. A Pinti lo vi en teatro, a Tato solo en televisión, pero siempre están ahí.
Noticias: ¿Cómo fue su adolescencia en plena década del 90?
Torchia: Entré a primer año del secundario en el 90, justo cuando empezó el gobierno de Menem. Fui al Nacional de La Plata, un colegio universitario al que entré por sorteo. Aún hoy es una institución considerada de élite, en su pasado están Ernesto Sábato, René Favaloro y otras grandes figuras de la historia argentina, tenía todo ese halo sagrado. Tuve una infancia difícil y una adolescencia no adolescente, es lo que siento.
Noticias: ¿Lo dice porque tenía muchas responsabilidades?
Torchia: Por mi orientación sexual también. La verdad que nunca me sentí joven y además jamás busqué serlo, nunca le reconocí un valor a la juventud, jamás me resultó como sinónimo de novedad. A mi manera era bastante introvertido, pero también una persona muy encendida. Milité en el Centro de Estudiantes, hice teatro, pero ese también era un colegio de muchos varones rugbiers y yo ya era un adolescente maricón aunque serlo de forma plena no era posible. Recién al terminar la secundaria, cuando ya arranqué la universidad, empecé lentamente a estar más cerca mío. Hace un tiempo le dije a un colega que es un youtuber LGBT que siento que viví bastante mal tres décadas. Tengo 48 años y a partir de los 30 pude estar más a tono conmigo.
Noticias: A raíz de todo esto, ¿cómo analiza esta especie de nostalgia que hay por los 90?
Torchia: Me pasan muchas cosas con eso, creo que se vuelve a los 90 por ser una década festiva, colorida, frívola… por usar tanto la palabra frivolidad la vaciamos de sentido prácticamente. Pero también fue un momento muy contracultural y ese es un aspecto de los 90 que no suele señalarse, en esos años se entendía claramente que el poder era el enemigo y floreció una contracultura gloriosa. La primera “Marcha del Orgullo” fue en el 92. En las artes visuales fue insuperable, fijate en todo lo que pasaba en el Centro Cultural Rojas, el teatro independiente de esa época es imbatible hasta hoy en día. Creo que tenemos que revisitar los 90 no desde un lugar vintage fácil y digerible sino desde una visión complejizada para entender cuáles fueron los poderosísimos focos de resistencia que hubo.
Noticias: La otra noche de los 90, por ejemplo
Torchia: Claro, no la de las discos de la Costanera sino la de los espacios llamados alternativos. Nave Jungla, Morocco, El Dorado, lugares que inventaron todo y fundaron lo que hoy es la noche LGBT. Las primeras Drag Queens y Drag Kings de la Argentina salieron a escena en boliches durante esos años. Es una época muy interesante, pero también por supuesto, fueron años sangrientos, hambreadores y super duros para millones de argentinos.
Noticias: Una de las cosas más relevantes desde que arrancó el año fue el discurso de Milei en Davos y la marcha multitudinaria que se generó a partir de sus dichos. ¿Cree que reflejan un cambio de paradigma cultural o son solo las palabras de un presidente en particular que tiene esta clase de ideas?
Torchia: Por un lado es un calco de baja calidad de lo que otros movimientos políticos hacen en el mundo, lo que sí ocurre con Milei es que con sus discursos nabos llegó más lejos que cualquier otro, ningún otro mandatario igualó la magnitud de carga violenta en el discurso que tiene Milei, en ese punto es el mejor alumno de Trump y lo superó. Porque Trump al asumir su segunda presidencia dijo: “Solo hay dos géneros” y eso por supuesto es violentísimo, condenable, pero luego en todo su discurso no volvió a referirse al tema, más allá de las políticas asesinas de las personas LGBTIQ que está implementando. Es infinitamente más grave lo que dijo Milei y me quedo corto con este concepto.
Noticias: Esta vez hubo una reacción, ¿pero siente que se naturalizan cosas que en otro momento eran inadmisibles?
Torchia: Creo que solo en virtud del anestesiamiento general que vive nuestra sociedad atravesada por un montón de problemas, es que no terminamos de incorporar la gravedad de esos dichos. Más allá del análisis profesional que pueda hacer, el lo personal fue super shockeante. Yo estaba volviendo a Buenos Aires desde Brasil cuando me pasaron el video de Davos y estuve llorando por mi hija, por mi pasado como niño dos veces abusado, era algo que no me pasaba desde hacía mucho. El poder siempre me causó rechazo. Tuve oportunidades de acercarme al poder, pero creo que es nuestro enemigo, siempre y la política a lo largo de mi vida me ha generado incomodidad, disgusto, insatisfacción, pero jamás este nivel de angustia.
Noticias: Se habló de malas interpretaciones. Usted estudió Letras, ¿cuál es el impacto real de las palabras?
Torchia: Milei dijo lo que quiso decir porque Nicolás Márquez y Agustín Laje escribieron ese discurso y él lo leyó voluntariamente, no hubo ninguna falla en la comunicación. Este discurso impacta con efectos sobre nuestros cuerpos. Dos chicas fueron agredidas en la calle por un señor que las masacró por ser lesbianas. A otra pareja de mujeres un vecino les prendió fuego la casa por lo mismo. Una lesbiana fue apuñalada en Salta. Ese discurso es asesino, la palabra tiene casi tanta capacidad de matar como un cuchillo porque carga de autoridad a un montón de agresores que estaban agazapados y ahora se sienten con el permiso oficial para salir a la calle y matarnos. Eso es el discurso de Davos, una propuesta de exterminio. Milei quiere matarnos, no podemos interpretar otra cosa.